Corría el verano de 1989 y el ‘malvado’ Dionisio Rodríguez Martín, el Dioni, se llevaba 289 millones de pesetas (casi tres millones de euros de los de ahora), de una de las ‘fregonetas’ blindadas de la empresa de seguridad Candi… Hasta aquí todo bien… jajajajajajaja…
Da lo mismo lo que hiciese con el dinero, pero el Dioni se marchó a un lugar de descanso, Brasil, en el que rápidamente se hizo con el control, encontrando compañía suficiente para olvidar las penas y una clínica en la que le pudiesen ayudar a cambiar su aspecto, para, con unos retoques, poder pasar inadvertido ante la Interpol y los que le andaban buscando para ajustarle las costuras y las divisas.
El Dioni, con el cariño que me merece, y dicho por él, tenía un ojo mirando al centro y el otro al centro de la tierra, por lo que se hacía urgente una rectificación, los dos para el mismo lado. Claro, la belleza de las creaciones de Picasso o las caras asimétricas no eran especialmente valoradas. Hoy, a buen seguro, más de uno se sacaría el ojo con el tenedor, porque está de moda.
Hace unas lunas que en Telecinco había, como en el resto, una clínica de referencia, normalmente los médicos/marketinianos no cobraban a sus presentadores y personajes ‘vip’ de cabecera, para que lo contasen a los cuatro vientos… “Ay mona, mira cómo me han quedado los pómulos”. La Campos, Polo, Montiel, Vera… todas pasaron por las manos de los mismos y se quedaron con cara de velocidad y las orejas en el cuello… Luego la etapa de Kiko Mortadelo Matamoros, en la que se inventó la bolsa para los pollos en el pescuezo… algo que ilusionó a algunas que vieron la posibilidad de llevar el botox a demanda. Y, ya no sé qué contar, porque una vez que hablas del pescuezo de Mortadelo o del tinte de Paco Porras Hernández… el de, “a los pelos blancos que no tengo canas”…
Hace unos días que el presentador de Aquí hay tomate, el llorica de Jorge Javier Vázquez salió en su programa de las tardes, pensado y parido para ayudar con el arrastre… pero, ¿quién es ese ser? Un nuevo concepto de modificación del gesto, de la expresión, la cara, los pómulos, la boca de pato cosida a un lado. ¿Para qué?… incomprensible. ¡No lo reconozco! Creía que con el Remescal o una cosa de esas, que te deja la cara como un cartón habría suficiente. Pero no, el gran Jorge Javier se ha inventado el, ahora soy yo, ahora eres tú. Una cosa como Javier Vázquez pero a lo userino y peinado con el hacha…
Y, ¿el burro?
Bien, creo que le han operado el orto, para que tenga una sonrisa más familiar…
¡Uf qué pena!
Juan Hipolyte Gondrè
