En la Tierra a viernes, noviembre 15, 2024

Ponga un comunicador en la fusión que asesora

Por Ana Pereira (@anabepereira)

Directora en Estudio de Comunicación

Según el ranking de transacciones financieras publicado por Mergermarket, durante el primer semestre de 2018 nuestro país fue un hervidero de transacciones corporativas en un “zoco ” de compraventa de empresas, una actividad que ha copado la carga de trabajo de los principales despachos de abogados de la city madrileña.

Uno de los aspectos que más quebraderos de cabeza causa a las firmas jurídicas que asesoran en este tipo de operaciones es, sin lugar a duda, el de la comunicación.

La razón es muy sencilla: “La información es poder”. El sentido de esta célebre cita atribuida al padre del empirismo inglés, el filósofo y pensador Francis Bacon, se incrementa exponencialmente para una compañía a la hora de acometer una operación financiera y, no digamos, para sus asesores, que son responsables de que la misma fluya como la seda.

Ante esta afirmación cabe preguntarse por qué debe importarnos tanto la comunicación, y hasta qué límite. La respuesta sólo puede ser a la gallega: formulándonos otra pregunta ¿Cuánto vale la información que nos permite adelantarnos a otras compañías interesadas en una adquisición empresarial? ¿Es cuantificable conocer el dato que alerta a la entidad que estamos asesorando y qué le puede hacer ganar o perder millones cuando se está negociando un proceso de fusión, la están opando o se plantea salir a cotizar?

O visto desde otro ángulo, ¿Cuánto puede llegar a perder nuestro cliente y por extensión nosotros, por una filtración? A lo largo de mi carrera profesional como comunicadora he sido testigo de más de una transacción financiera que se ha ido al traste porque a las compañías involucradas en la negociación se les ha visto demasiado temprano el “plumero” y se han desayunado con la publicación en los medios de sus intenciones. Lo que se llama ´enterarse de la prensa´.

También he contemplado atónita la mutación de procesos de fusión, que se estaban desarrollando de forma exitosa y armónica y con un bajo perfil, que se torcían y enrocaban tras la llamada de turno de un periodista puesto sobre la pista.

Es difícil cuantificar el valor de ese intangible tan codiciado que es el valor de la información porque, simplemente, es difícil cuantificar la ventaja competitiva que su posesión nos otorga, especialmente cuando como asesores se busca nuestro consejo certero. Cuanto antes sepamos, antes podremos recomendar actuar, intervenir, atacar, contraatacar o cualquier otro infinitivo que proceda aplicar al caso, según la naturaleza y fin de la operación que tengamos entre manos.

A diferencia de otros ámbitos de aplicación del derecho como, por ejemplo, el civil o el penal, cuyo objeto trata de corregir o poner remedio a una situación que ya se ha producido, en el asesoramiento de una transacción corporativa nos enfrentamos a una situación que aún no se ha dado y, por lo tanto, siempre puede  echarse a perder, por lo que para que acontezca de la manera más ventajosa para nuestros intereses, que serán los de nuestro asesorado, necesitamos manejar que nada tiene que ver con manipular la información de la que disponemos y llevar la delantera a la hora de comunicar.

Manejar la información nos permite mantener el control sobre la operación tanto a nosotros como a asesores legales y a nuestros clientes, y controlarlo es casi o más importante que el proceso de la transacción en sí.

Para lograr establecer ese control, y comunicar de la manera más eficaz para los intereses de la operación, tanto la compañía que realiza la operación, normalmente a través del director de comunicación, como el asesor legal pueden contar con el profesional de comunicación, y harían bien en involucrarlo ya que, el asesor de comunicación es capaz de ver el bosque donde los demás sólo ven árboles.

Entre las aptitudes que definen a un buen asesor de comunicación está la capacidad de mantener al mismo tiempo en movimiento todos los platos sobre los palillos, lo cual implica ser capaz de manejar los tempos de la comunicación a la vez que “templar gaitas” corporativas, actuar cual bisagra bien engrasada como intermediario ante los medios y ser capaz de amansar, en definitiva, a la fiera de los mercados, suministrándole cuando convenga algún que otro hueso sustancioso, que sacie su apetito en aras del éxito de la operación.

Trabajar en la operación financiera, codo a codo, con un asesor de comunicación competente y reputado permitirá, sin duda, llevar la delantera a la hora de contar e informar sobre la operación y, si bien no nos garantiza el éxito de la misma, nos coloca en una posición mucho más ventajosa para lograrlo.

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