Pasan las temporadas pero hay una cosa que no varía: el liderato de Javier del Pino en las mañanas del fin de semana. El conductor de A vivir es el valor más seguro que posee la SER, como bien certificó la tercera oleada del EGM de 2019, que reportó que el programa cierra el año con su mejor dato histórico. Para celebrar este hito, el comunicador ha ofrecido una entrevista a El País en la que repasa el panorama radiofónico actual con un tono franco y crítico.
Del Pino comienza la charla lanzando un dardo a la propia SER a cuenta de la situación por la que atraviesa el medio: “No creo que estemos bien, hay muy buenos y muy malos programas de radio. En esta misma emisora hay programas que me huelen a naftalina todavía, lo que pasa es que las cosas evolucionan lentamente, hay que cambiarlas poco a poco, pero sí creo que hay que entender que ya no somos retransmisores de la información, somos más bien narradores de un contexto”.
El periodista también apunta que uno de los grandes males que sufre la radio, especialmente de lunes a viernes, es “la falta la creación de contenidos propios”. “La radio ha empezado a retransmitir la política del mismo modo que retransmite el fútbol”, remarca el conductor, señalando su “obsesión enfermiza por tener contenidos propios, que es lo que nos da ese pequeño margen de virtud”.{wbamp-show start}
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Además, Javier del Pino ataca a aquellos profesionales que, en su opinión, entienden que la radio “es un medio en el que tienes que situarte por encima de la inteligencia del oyente, y yo creo que es justo lo contrario, tienes que asumir que el oyente es mucho más inteligente que tú”. “Hace 25 años que no se renuevan los formatos informativos en la radio española. Hacer un informativo es muy sencillo si lo haces mal, y es muy complicado si lo haces bien y yo todavía estoy esperando escuchar un buen informativo. Tiene que contarte los efectos de la política, no las acciones de los políticos y eso no lo encuentro en ningún sitio”, remata.
Pese a su perfil bajo a nivel mediático, el presentador es una de las grandes estrellas de la SER, una condición que se ha confirmado en el inicio de su octava temporada al frente de A vivir. Tal y como reportó la última oleada del EGM del año, el espacio se reafirma como líder de las mañanas del fin de semana, doblando a su más inmediato competidor.
La edición de A vivir del sábado sufrió una ligera bajada y cayó a 1.922.000 oyentes, dejándose 67.000 fieles con respecto a la oleada de junio aunque, en el plano interanual, el formato se mantuvo prácticamente plano. Por su parte, la entrega del domingo se apuntó un máximo histórico tras cosechar 2.033.000 adeptos, lo que se traduce en una subida de 220.000 oyentes en cinco meses y de casi medio millones en un año.
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