Desde que Pedro Sánchez cogiera carretera y manta para patearse toda España y ganar la secretaría general del PSOE, el presidente del Gobierno ha demostrado su capacidad de resiliencia y de seducción de la misma manera que ha dejado sobre la mesa su falta de escrúpulos para con la verdad.
Por entonces, su consejero áulico, Iván Redondo, ni estaba ni se le esperaba en el PSOE aunque en paralelo a los mítines de su ahora jefe, él daba conferencias donde afirmaba que la verdad no es tal, si no como uno la sienta. O al menos, eso dicen quienes se sientan con él en las mesas de la conspiración, donde Redondo despliega todo su manual de consultor sabelotodo.
La confluencia de caminos (Sánchez venía de ser repudiado por los suyos y Redondo de dejar a al presidente de Extremadura, el popular José Antonio Monago, en la oposición) los unió para hacer de La Moncloa el banco de pruebas de su verdad, una verdad que fluctúa en función de un solo interés: mantenerse en el Poder. Da igual pactar con el diablo con tal de no perder el trono de Moncloa. Tanto monta, monta tanto. Ambos han perseguido con tanto ahínco estar en la poltrona, que ninguno está dispuesto a que cuatro alcaldes y presidentes autonómicos socialistas les amarguen la victoria por un “estamos hartos de la camarilla del presidente”.
El malestar entre mandatarios socialistas por el trato recibido en la pandemia no ha hecho más que aflorar lo que ya se comentaba con indignación en Ferraz. “Sánchez está secuestrado por Redondo y tiene abandonado al partido porque a Iván el partido le da igual. Sólo va a lo suyo”. El empeño del jefe de Gabinete por laminar a todos aquellos que pudieran acercarse al césar no cuajó en el caso de la portavoz del PSOE, Adriana Lastra, que lidia prácticamente en solitario con la maquinaria de Ferraz, una vez echado a un lado el histórico socialista y ministro, José Luis Ábalos.
Sánchez no pasó por ahí, aunque el “secuestro” perpetrado por su jefe de Gabinete es tal que pocos pueden hablar con el presidente. “Estamos abandonados, nadie nos hace caso, ni nos cogen el teléfono”, se lamentan en municipios y comunidades autónomas socialistas. “Llamar a Ferraz es complicado, pero es que hablar con el Gobierno, es imposible y la crisis del Covid nos está dejando sin capacidad de gestión”, aseguran, con la confianza de que desde Bruselas los salven de la situación que se vive.
Ahora bien, dudan de que a pesar de la “lotería” que caiga del Fondo de Recuperación y que servirá para que el Gobierno tenga margen de gestión presupuestaria, Redondo tenga también millones de razones para poner en marcha la máquina de la propaganda y de al traste con las pocas esperanzas que les quedan. “Necesitamos interlocución con Moncloa, pero no hay manera. Sólo están en las ruedas de prensa, en las videoconferencias multitudinarias y en preparar intervenciones del presidente. Lo demás, no importa”, lamenta un destacado socialista provincial apelando a las declaraciones del presidente del Gobierno de Aragón, Javier Lambán, recogidas por VozPópuli, en las que afirmaba que “salvar vidas de los aragoneses está muy por delante de salvar políticamente a Sánchez”.
No es el único líder socialista que se ha mostrado contrario a la hoja de ruta del presidente o a su bunkerización por parte de Redondo; ni a los absurdos golpes de efecto provocados por el fontanero de Moncloa. Recuerdan las representaciones del presidente del Gobierno, el tono sobreactuado, las imágenes haciendo deporte, la ridícula foto con gafas de sol en el Falcon como aquellas en las que vestía a Monago de bombero o le hacía un rap. “Redondo es un experto haciendo tonterías de las que vienen en los manuales y tratándonos como si los políticos fuéramos unos ignorantes que ganamos elecciones por casualidad, pero tiene el mérito de seducir a los líderes para que las hagan y si le sale mal, eso sí, siempre hay un culpable. Él nunca se quema”, afirma un colaborador de Monago de aquella época que incide en su método “habitual” de “formar camarillas internas que él controla para ir alejando a todos del presidente y para tener músculo y presupuesto dentro del Gobierno. Con presupuesto se puede hacer mucho. El talento ya es otra cosa”.
El presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, ya explicó los métodos de Redondo cuando trabajaba con Monago para desgastar a los socialistas con intoxicaciones. Quizá su victoria frente a Monago y Redondo en las elecciones autonómicas le provocara la seguridad suficiente para lidiar con él las cosas de trámite porque para lo importante tiene línea directa con el presidente que, seducido por los cantos de sirena del consultor político, amplió sus competencias hasta dejar sin efecto prácticamente a ministerios y otros cargos. Precisamente por ese cúmulo de poder, gran parte de la crítica se le achaca a Redondo, incapaz de ver las consecuencias de un pacto con ERC y Bildu, de prever el incendio con el ministro del Interior, Fernando Grande Marlaska, de bajar varios puntos la altanería de su jefe, de hacerle discursos huecos (“con la pandemia hemos aumentado el consumo de internet” y “los niños se lavan las manos”), de echarse encima a los periodistas con ruedas de prensa dirigidas que finalmente tuvo que consensuar el secretario de Estado de Comunicación, Miguel Ángel Oliver, a las órdenes también de Redondo y que pinta lo que éste quiere que pinte. Todos errores, que, si bien Redondo se ha aplicado en convertir en ejemplos de táctica política para alimentar su leyenda, son sencillamente un cúmulo de extraordinarios desaciertos.
Ahora, a la espera de que Bruselas afloje y Redondo nos venda con grandes titulares que gracias a él Merkel ha quedado seducida por la capacidad de Sánchez, el Gobierno va al ralentí con los Presupuestos Generales del Estado de 2021, consciente de que la arquitectura del Ejecutivo de coalición con Podemos no aguanta muchos desafíos. Que Merkel quede rendida a los pies de Sánchez es lo mismo que decir “a tus pies, Pedro, si mis empresas alemanas instaladas en España se van a beneficiar de la recuperación”. Por mucho que Redondo pretenda presentarlo como un éxito de sus juegos de seducción.
Llega la hora de la verdad, y los barones socialistas no aguantan más. La ‘magia’ de Redondo va dejando paso a comentarios como: dónde quedó Monago en sus viajes a Canarias… Será capaz de abandonar a Sánchez en el peor momento… Atentos a las pantallas, porque todo puede pasar para llegar a la cumbre del desacierto.
IRENE LAJAZNE