El Ministerio del Tiempo despidió este martes a su cuarta temporada con un final que tiene visos de definitivo. La gran apuesta de ficción de La 1 para este segundo trimestre de 2020 demostró en su despedida que, más allá de los índices de audiencia, se trata de una serie que merece tener un hueco en la televisión pública. Porque no, sus números no son deslumbrantes (tampoco catastróficos), pero TVE existe para apostar por proyectos que aúnen entretenimiento, diversión y cultura. Proyectos como El Ministerio del Tiempo.
La serie retornó a la parrilla de La 1 el pasado 5 de mayo. Su vuelta se saldó con un 9,1% de cuota de pantalla y 1.570.000 espectadores, lo que le convirtió en la segunda opción preferida por la audiencia. La ficción no fue capaz de aguantar el tipo en su segunda semana en antena y cayó a un 8,3% de share y 1.463.000 televidentes. Sin embargo, lo peor aún estaba por llegar: en su tercer episodio, El Ministerio del Tiempo se quedó al borde de perder el millón de fieles al anotar un 6,9% de cuota y 1.153.000 adeptos.
Tras este bache, la ficción logró coger algo de aire de la mano de su cuarto capítulo, que se apuntó un 7,6% de share y 1.273.000 seguidores. A partir de entonces, la serie se estabilizó en torno a esos datos, que tan solo variaron con el final de temporada (8,5% y 1.153.000 espectadores). De esta manera, El Ministerio del Tiempo promedió a lo largo de esta tanda de episodios un 8% de cuota de pantalla y 1,3 millones de espectadores, situándose 1 punto por debajo que la cadena mantiene en junio. A esto hay que sumarle la exitosa segunda vida que ha tenido en el diferido, donde semana tras semana se coloca como una de las ficciones más vistas.
Pero todos estos números no tienen ningún sentido si no se tiene en cuenta lo que le aporta El Ministerio del Tiempo a TVE. Gracias a su didáctica, amena y trepidante revisión de la historia de España, los espectadores conocen a personajes dignos de admiración como Emilio Herrera, se emocionan al recodar a Lorca y maldicen a Fernando VII. Todo aderezado de una factura visual de primer nivel y de unos personajes en constante estado de gracia más allá de su rol porque, en esta serie, ser protagonista o secundario no es sinónimo de nada.
Durante estas cuatro temporadas, El Ministerio del Tiempo ha emocionado, divulgado, divertido y entretenido. Ha dejado diálogos memorables, escenas para el recuerdo y no ha evitado ningún tema, tratando al espectador como el adulto que es. Su calidad, fuera de toda duda, le hace merecedora de un hueco dentro del olimpo de TVE, que recordará con admiración a la serie de los hermanos Olivares dentro de varias décadas en uno de esos programas nostálgicos que tan de moda están.
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