Consciente del malestar de muchos militantes y cuadros del PP por el volantazo del líder popular hacia el centro, Rodríguez ha reforzado la presencia de Ayuso en medios aprovechando el foco que le otorga su papel en la gestión de la pandemia. Elabora la agenda, la contrapone a la del líder del PP nacional y saca la artillería de consejeros y cargos del Gobierno regional para parapetarla. Así lo ha hecho los últimos días, justo cuando la expectación estaba puesta en las palabras de Casado en el Congreso tras su discurso implacable contra Vox. Miguel Ángel Rodríguez organizó la reunión de Ayuso con los presidentes de Castilla-León y Castilla-La Mancha y la hizo coincidir con el debate en la Cámara Baja, rebajando así la luz del foco del líder popular que, además, tuvo que sortear las preguntas sobre la última ocurrencia de su protegida: el confinamiento por horas.
La estrategia de comunicación política empezó temprano en las radios, con las intervenciones de algunos consejeros regionales generando expectación sobre lo que iba a decir Ayuso en su entrevista con Carlos Herrera. Después, ésta explicó en la Cope por qué rompió el acuerdo con Paje y Mañueco, para cerrar de forma perimetral sus comunidades. “Necesito pelear hasta el final. Creo que es mejor hacerlo por días y quiero llegar a un acuerdo con ellos”, le dijo a Herrera. A continuación, la lluvia fina continuó con más consejeros en las televisiones, interpretando las palabras de la presidenta y justificando su decisión, mientras las redes sociales echaban humo con la propuesta.
Rodríguez se salió con la suya, una vez más, posicionando a Ayuso y haciendo luz de gas a Casado. La confrontación con el Gobierno da sus frutos, “más ahora que Casado ha roto lazos con Abascal y muchos votantes y militantes del PP necesitan otra referencia a la que agarrarse, que no sea sólo hacerse perdonar por socialistas y comunistas”, apuntan fuentes próximas a Faes, la Fundación de ideas de Aznar, donde Rodríguez tiene buenos amigos, empezando por su ex jefe.
El nuevo papel de Casado ha sido alabado por todos los medios y tertulianos, fundamentalmente de izquierdas, aunque también de un nutrido grupo de centro derecha como Jorge Bustos, que no ha ahorrado elogios al líder popular. Precisamente un artículo del jefe de Opinión de El Mundo, titulado “Y Pablo tomó la palabra” fue reenviado por miembros del PP a grupos de whatsaap, como ejemplo de brillantez y objetividad.
Rodríguez sabe que los halagos envenenados a Casado duran lo que duran y el nuevo tablero le permite experimentar nuevos modelos de comunicación, para seguir recogiendo frutos en torno a la conversión de Ayuso en la víctima de la izquierda y la defensora de los principios más conservadores del PP. Distribuye los papeles de buenos y malos, organiza la agenda, se enfrenta con los socios de Ciudadanos y se ocupa personalmente de la relación con los periodistas, aunque la directora general sea Sandra Fernández o Manolo el del Bombo, que son sólo los que firman.
No llegó Rodríguez a la Comunidad de Madrid por dinero, que según su declaración de bienes cuenta con casi seis millones de patrimonio y varias propiedades acumuladas en su etapa fuera de la política, aquella en la que fue socio de Carat, la agencia de publicidad que facturó millones con el PP en el poder territorial. MAR aterrizó en Sol para divertirse y demostrar que todavía está en forma. “Para él, los actuales dirigentes del PP no merecen demasiada atención, sólo el presidente”, señalan algunos de sus colaboradores. “Quiso hacer una lideresa nacional de alguien que Casado quería manejar a su antojo y ha logrado incluso que le haga sombra”, aseguran fieles del jefe de Gabinete. Y algo de cierto debe haber cuando en Génova muchos la critican sin tapujos por salirse del argumentario oficial, aunque en realidad a quien critican es a Rodríguez, a quien consideran el cerebro de la gestión y el discurso. Y es que la agresividad de Ayuso no era tal ni cuando llevaba la cuenta de twiter del perro de Aguirre, ni cuando Casado la hizo candidata por falta de nombres. Ahora, es MAR, con ondas en el pelo.
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