El decreto de los desahucios o el salario mínimo interprofesional (SMI) han sido las dos grandes iniciativas de las que Podemos ha sacado pecho ante la opinión pública, pero, sobre todo, ante sus votantes. Consciente de su caída en las encuestas, el vicepresidente del Gobierno, Pablo Iglesias, ha implementado una estrategia de comunicación para los suyos, basada en la atribución de logros conjuntos. El objetivo, sobre todo, convencer a su “parroquia”, de que la agenda social la marca Podemos y que quien ejerce el liderazgo en estos asuntos es él. La presión por distinguirse del Gabinete de Sánchez ha llegado casi al ridículo, creando incluso serias tensiones en el seno del Ejecutivo cuando Iglesias, por su cuenta, se dirigía a sus seguidores en redes sociales anunciando iniciativas o preparando incluso, intervenciones ante los medios sin coordinarse con Moncloa, haciendo de menos a su equipo de comunicación.
“Estas actuaciones estaban perfectamente calculadas. De hecho, Iglesias ha pretendido no sólo quitarle el foco a Pedro Sánchez, si no, en algunos casos, reventarle los anuncios, con determinación, para hacer ver que es su formación la que toma las decisiones. Aunque la mayoría de sus grandes proyectos legislativos no han sido aprobados, la impresión que ha dado es que es él quien domina la situación”, aseguran expertos en comunicación política.
La apropiación de los dos proyectos más de acuerdo con sus intereses, choca con la lentitud de la tramitación de otros, que a instancias de Podemos, duermen el sueño de los justos en el Congreso de los Diputados. Sánchez ha acelerado las suyas: eutanasia y Ley educativa, para mandar los proyectos de los morados a la eterna tramitación parlamentaria y no parece que vayan a aprobarse en breve.
El juego de estrategias iniciado en 2020 para ocupar el foco mediático se prevé intenso este año, una vez aprobadas las cuentas públicas para las que el presidente necesitaba de los apoyos, sobre todo, de sus socios de coalición. “Sánchez ha permitido el protagonismo de Iglesias en algunas iniciativas para hacerle creer que manda también en el Gobierno. Es una jugada a corto plazo para no enfadar a su socio. Haciéndole partícipe de la comunicación de la gestión política, ganaba tiempo para gestionar los apoyos para los Presupuestos sin que se le revelara el principal, Podemos. Ahora, con los Presupuestos aprobados, -explican los especialistas- intentará rentabilizar para el PSOE las medidas sociales, sobre todo, teniendo en cuenta que, la crisis económica tendrá resultados dramáticos en primavera y la subida de impuestos no ayuda a difundir un mensaje de tranquilidad para los ciudadanos”.
El relato del sacrificio, explotado en las intervenciones del Aló Presidente de la primera ola de la pandemia, ya no sirve. Transcurridos diez meses desde el comienzo de ésta, Moncloa ha ido adaptándolo a las circunstancias de la crisis sanitaria y económica para terminar, de momento, con la explotación mediática de la llegada de la vacuna. Atrás quedó el debate de la reforma de la Ley de Memoria Democrática, un as en la manga del Ejecutivo para disipar conflictos cuando convenga.
Y aquí, también se prevé tensión por el foco.
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