Ancor se convirtió este lunes en el flamante ganador de la cuarta edición de Maestros de la costura. Tras un duelo final ajustadísimo, el concursante valenciano logró alzarse con el maniquí de oro. Un vestido inspirado en Valentino espectacular terminaron por decantar la balanza a su favor. Al otro lado estaba Lluís. El catalán se mostró mucho más nervioso que su rival, pero logró sacar adelante una pieza que los jueces definieron como “absolutamente maravillosa”.
Anécdotas a parte, parece que a Ancor no se le ha subido la victoria a la cabeza. Prueba de ello es la naturalidad y la humildad con la que nos atiende. Reconoce que el momento más importante y “épico” de la final fue “cuando acabó el tiempo del duelo y Lluís y yo nos abrazamos”. Entrevistamos a Ancor horas más tarde de proclamarse ganador de Maestros de la costura.
¿Cómo afrontaste la final? ¿Utilizaste algún truco para estar más tranquilo o quitarte presión de encima?
Yo tenía claro que tenía que organizarme el tiempo. Porque 150 minutos para hacer un vestido de alfombra roja solo con mis dos manos y una maquinita de coser… Encima, la lazada. Ósea, si estiras el tejido de esa lazada son 11 metros de tela. Era una barbaridad. Me tuve que organizar muy bien el tiempo para ser eficaz y llegar a eso porque no hay tiempo. Una de las cosas más maravillosas que he aprendido en el programa es a organizar el espacio-tiempo porque es que no hay. En la misma presentación iba pensando eso, teníamos que ir a toda leche.
¿Cómo viviste esa eliminación en el cuarto programa? ¿Llegaste a pensar que te ibas a quedar fuera del ‘Maestros de la costura’?
A ver, en el momento en el que vi los modelos de Javier y Yelimar tenía clarísimo que yo era el justo eliminado. Si hubieran quedado eliminados uno de los dos habría dicho que era tongo, hay que ser realistas. Es como dije en el momento: Si haces “pellas” en la universidad y el día que vas a clase con buena fe hay examen sorpresa. Pues no tenía ni idea. Entonces no tenía ningún registro de esa estética y me salió esa prenda que se quedó mediocre, coja y pobre.
Pero bueno, lo que más me apeno fue despedirme de los compañeros y pensar que me iba a perder el resto de pruebas del concurso. Porque lo he vivido como una experiencia para aprender y disfrutar muchísimo. No iba pensando: “Ay, tengo que llegar a tal prueba, y luego a la final…”. No, no. Yo quería disfrutar. El vestido de la final para mí era maravilloso el poder decir “voy a poder confeccionar un vestido de alfombra roja con materiales de primera calidad, y poder presentarlo. Ya está, a mí con disfrutar la prueba me bastaba. Y luego el reconocimiento, pues eso es un plus, estoy orgullosísimo.
Otra de las cosas maravillosas que me ha dado ‘Maestros de la costura’ es la seguridad en mí mismo. Yo antes era muy inseguro. De hecho, a mí me llegaron a proponer un vestido de novia y dije: “¿Pero, ¿cómo voy a hacer yo un vestido de novia? No me atrevo. Búscate otra persona”. Y ahora mira, con el nivel que he ganado, y sobre todo de haber ganado autoestima, sí que lo haría (ríe). Ha sido un honor, ha sido una de las cosas más maravillosas que me ha pasado en la vida. El programa me ha ayudado porque antes tenía pánico escénico, lo pasaba fatal en los castings. Por eso me apuntó mi mujer, yo no me hubiese apuntado jamás.
¿En algún momento llegaste a pensar que podrías llegar a la final? Para muchos eras el gran favorito desde el primer programa…
Bueno, desde dentro se ve de forma distinta. En el concurso lo veíamos de otra manera, era el buen hacer y ya está. No me sentía favorito. En la final confeccionas para que la modela desfile con el mejor vestido. Pero, por ejemplo, cuando Raquel (Sánchez Silva) saliese de repente vestida de mí, eso fue absolutamente mágico. De hecho, puedo seguir viendo el vídeo y ni me lo creo. La verdad es que me cuesta asimilarlo. Fue algo maravilloso.
En tu opinión, ¿Cuál que ha sido la clave para que ganaras esta cuarta edición de ‘Maestros de la costura’?
La ilusión, una ilusión constante. En la cámara se ve perfectamente la ilusión que tenía por hacer la réplica de Pertegaz. De hecho, Jorge Vázquez dice: “Uy, ¿ya va tan avanzado?”. Es que me comí esa prueba. La disfruté tanto. Y encima tener la oportunidad de estudiar un vestido del genio Pertegaz…Me pude asomar a sus entrañas y ver cómo estaba hecho. Todos esos detalles los puedes ver en los libros, pero de ahí a vivirlo, analizarlo, ver cómo está confeccionado…Eso es una ilusión increíble, y todo eso fue lo que hizo que bordase esa prueba y la disfrutase tantísimo. Además, tenía margen de tiempo para que, si el jurado venía y me daba algún consejo, poder ponerlo en práctica.
Lluís ha sido tu gran amigo y también tu gran rival. Cuéntame un poco más cómo ha sido vuestra relación en el programa. ¿Cómo viviste el duelo final?
Lluís y yo éramos como hermanos gemelos separados al nacer. Al principio no nos dábamos tanta cuenta, pero a medida que iba avanzando el programa, nos dábamos cuenta de que teníamos un montón de cosas en común. Y luego, fíjate en la final cómo estamos todo el rato cogidos, abrazados. Nos queremos como hermanos. Hemos aprendido un montón el uno del otro. Este programa también me ha aportado eso. Ahora mi familia ha crecido. Somos todos como familia.
¿Qué importancia ha tenido tu familia a lo largo del concurso? ¿Te has sentido arropado por ellos?
Bueno, fue súper bonito. Sobre todo, la primera vez que apareció mi mujer en el programa. Yo a partir de ahí sentí que todo era real. Porque ella formaba parte de eso. Porque podía ser simplemente un sueño, pero en el momento en el que ella entró, se convirtió en real. Y luego que estuvieran también mi madre y mi hermano…fue una maravilla.
Uno de tus sueños es abrir esa boutique en Valencia. ¿Cómo ves tu futuro a corto o medio plazo? ¿Qué planes tienes?
He decidido que me voy a dejar guiar por el destino (ríe). Entonces, me voy a venir a Madrid a estudiar. El dinero me lo ahorraré, lo pondré en una caja fuerte. Quiero invertir en estudios para tener una base. Entonces, imagínate que de repente una casa de costura me quiere para coser, para diseñar. Eso sería un regalo. Seguiría por ahí para seguir formándome. Y en el momento en el que considere que ya puedo hacerlo solo, ya se invierte donde lo tenga que hacer: Madrid, Barcelona, Valencia, como si es digital…Me dejaré guiar y asesorar para hacerlo perfecto. Pero con calma. Ahora es tiempo de aprender, recopilar y pensar.
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