El teletrabajo ya está instalado en la vida de muchos trabajadores y organizaciones. Aunque se ha demostrado sus enormes beneficios, debemos destacar que, mal gestionado, puede provocar graves problemas de salud a los empleados. Por ejemplo, tecnoestrés o estrés tecnológico.
Debido al confinamiento, muchas personas tuvieron que montar la oficina en casa, en cualquier rincón, con los medios disponibles. Como consecuencia, aumentaron las jornadas de trabajo infinitas, el agotamiento, el estrés y la ansiedad en los teletrabajadores.
El tecnoestrés se ha extendido muy rápido y se manifiesta de formas muy distintas. Por ejemplo: aumento de la irritabilidad, ansiedad, problemas oculares, osteomusculares, sobrepeso, aparición de miedos y rechazo de la tecnología, problemas de autoestima por la percepción de incapacidad para afrontar sus obligaciones, frustración, menor satisfacción o interés por el trabajo.
¿Qué provoca el tecnoestrés y cómo solucionarlo?
Permanente conexión digital e imposibilidad de alejarse de la tecnología. Es interesante fijar descansos y pausas durante la jornada laboral, de esta manera se establecerán ciertas rutinas que sólo serán efectivas si se mantienen y respetan.
Horarios laborales no delimitados. La solución es establecer los horarios de trabajo y respetar la necesaria desconexión digital.
Falta de medios materiales e informáticos para realizar el trabajo adecuadamente. Esto se evita con la organización de un espacio de trabajo saludable con los medios necesarios para el bienestar físico y mental. De esta manera, evitaremos también las lesiones físicas.
Falta o ausencia de formación específica para gestionar el teletrabajo. Por parte de la empresa, será muy beneficioso instruir a los teletrabajadores sobre el desarrollo y ejecución óptima del trabajo a distancia.
Asunción excesiva de tareas y objetivos no definidos. Esto suele ser muy habitual y conduce a la saturación del trabajador y al no cumplimiento de los objetivos previstos. Para evitarlo, hay que definir bien los objetivos, establecer funciones y diseñar calendarios.
Aislamiento social y laboral. Debemos mantener una buena y permanente comunicación con el resto de compañeros, tanto para cuestiones de trabajo como para otras colaterales. Al reducirse nuestro contacto personal en el trabajo, conviene también compensarlo aumentando la interacción con otras personas de nuestro entorno personal.
Sedentarismo y falta de estímulos externos. La solución más lógica sería hacer más deporte y mejorar la alimentación. Si ya no se coge el transporte público o no se camina hasta la oficina, hay que moverse al final de la jornada o durante la pausa.
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