La incompatibilidad Rh materno-fetal se desarrolla cuando una mujer embarazada tiene sangre Rh negativa y el feto posee sangre Rh positiva. Pero ¿qué quiere decir exactamente esto?
En primer lugar, conviene saber que los diferentes grupos sanguíneos ‘A’, ‘B’, ‘AB’ y ‘0’ dependen de unas proteínas que se localizan en la superficie de los glóbulos rojos. A su vez, cada uno de estos grupos sanguíneos pueden tener otra proteína que se llama Rh. Aquellas personas que tengan esta proteína serán Rh positivos y las que no, Rh negativos. El 85% de las personas son Rh positivo y el 15% es negativo.
Si una mujer es Rh negativo y se queda embarazada de un varón Rh positivo, el bebé que se engendra puede heredar al 50% la probabilidad de la sangre del padre (Rh positivo) pero también al 50% de la madre (Rh negativo). “Si se da esta situación, entonces estaremos ante un caso de incompatibilidad Rh materno-fetal”, asevera el Profesor y doctor Juan José Vidal, fundador y Director de la Unidad de la Mujer del Hospital Ruber Internacional de Madrid.
Tal y como explica este especialista “es muy poco frecuente que haya problemas en el primer embarazo salvo en caso de hemorragias durante la gestación, puesto que la sangre del feto no está en contacto con la sangre de la madre hasta que tiene lugar la expulsión de la placenta durante el parto.”
Según el doctor Vidal, “el organismo de la madre generará unos anticuerpos Anti Rh para combatir esa “sustancia extraña” que suponen las células sanguíneas fetales Rh positivos. La problemática vendrá dada cuando dichos anticuerpos accedan al feto a través de la placenta, destruyendo de esta manera los glóbulos rojos del bebé.” En su descomposición, estos glóbulos rojos producen bilirrubina y ésta provoca que el feto adquiera una coloración amarilla en la piel, de mayor o menor intensidad, en función de la cantidad de bilirrubina originada.
En sucesivos embarazos, subraya el Profesor, este proceso sería aún más probable y grave, ya que los anticuerpos permanecerían en la sangre de la madre y entrarían fácilmente en contacto con el feto a través de la circulación placentaria, produciendo anemia severa en el feto que puede precisar transfusiones intrauterinas.
Cuando una mujer Rh negativo se queda embarazada, se realiza un análisis de sangre, llamado Test de Coombs para comprobar la presencia de estos anticuerpos que, aunque inofensivos para la mujer y el feto, si este es Rh negativo, pueden complicar el embarazo. “Para evitarlo, se administrará una dosis de la vacuna anti-Rh (Gammaglobulina) alrededor de las 28 semanas de gestación y otra en los 3 primeros días después del parto si el niño es Rh +, también en caso de aborto,” explica el especialista.
Asimismo, si durante la gestación existe la necesidad de realizar amniocentesis o una biopsia corial para descartar enfermedades genéticas, habrá que aplicar la “vacuna” después de cada una de ellas.
“Tras el nacimiento del bebé, será necesario realizar una o varias exanguinotransfusiones para cambiar su sangre por otra que sea Rh negativo hasta asegurarse de que los anticuerpos anti-Rh trasmitidos por la madre desaparecen por completo” concluye el doctor Juan Vidal.
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