En la Tierra a sábado, septiembre 21, 2024

‘Haremos caso omiso a quejas infundadas, anónimas o insultantes’

Manuel Alonso Erausquin (San Sebastián, 1946) ha sido nombrado la semana pasada como el prer defensor del espectador de RTVE. En entrevista con PRNoticias nos cuenta cuáles serán sus principales desafíos al mando de esta nueva entidad y cuál es su visión del sector y de la televisión pública, de la que tampoco es ajena ya que también ha sido integrante del polémico Comité de Sabios para la reforma de RTVE. Desde el pasado vies, estrena la butaca del Titular de la Oficina del Defensor del Telespectador y del Radioyente, reto que afronta casi con tanta ilusión como trabajo delante.

 

¿En el colegio no le decían, de pequeño, que era usted el abogado de las causas perdidas?

Pues no, no. Nunca he tratado de defender causas perdidas y en el colegio me dedicaba, más bien, a jugar al baloncesto.

 

¿Van a dar abasto para abarcar todas las demandas?

Esa es la intención. Si hay muchas, quiere decir dos cosas: que la gente tiene interés en enmendar las cosas que no se hagan bien. Mientras crezcan las demandas, más se demuestra la necesidad de que esto funcione. Además, no todas las comunicaciones tienen qué ser negativas.

 

La oficina del Defensor será ‘el órgano independiente del que se dota RTVE para el ejercicio de la autocrítica’. ¿Dejarán algún día de mirarse el ombligo?

No sé si a esto puede darse un enfoque semejante. Si mirarse el ombligo se interpreta de una manera en que se trate que este ombligo esté reluciente, pues mejor.

 

¿Conoce la Conselleria de’l Audiovisual de Cataluña? ¿Es el suyo también un organismo ‘acusica’?

No, no somos delatadores. Es sólo que tenemos competencias bien distintas. Aquí se trata de que funcione mejor el medio, en este caso TVE, según los requerientos de los telespectadores. Nuestra función es trasladar el sentir mayoritario de este colectivo para tratar de mejorar la programación y que no se produzcan daños y engaños. Eso es muchíso menos de lo que tienen que hacer organismos como el CAC, que delega competencias que emanan directamente de los parlamentos correspondientes.

 

¿Se trata de denunciar splemente los hechos o, además, buscar responsables y condenarlos de alguna manera?

No. Ni yo ni el gabinete tenemos competencias para ello. Yo lo que tengo que hacer es establecer cauces de comunicación que garanticen el debido cumpliento de nuestro acometido. Haremos caso omiso a las quejas infundadas, anónas o insultantes, que ya están llegando; pero trataremos de cumplir con las que lleguen justificadas y firmadas, para que los responsables puedan dar satisfacción a los conflictos que surjan. Tampoco existe capacidad sancionadora en absoluto: lo que hay es un informe que nosotros remitos trestralmente al consejo de Administración, en el que se puedan dar ciertas recomendaciones, y luego puede haber actuaciones de oficio si se da lugar a algún incumpliento de ley en este aspecto. Posteriormente, puede que se levante la liebre cuestiones concretas; pero capacidad decisoria y sancionadora no existe ninguna.

 

Una de sus funciones es la de ‘salvaguardar e pulsar la transparencia y democracia en radio y TV públicas como elemento destacado de credibilidad’. Suena bien. (¿Piensa cumplirlo? ¿Cómo?)

Hablamos de transparencia para referirnos a un asunto que molesta, ofende o cuando uno no se sabe qué fuente la emite. Nuestro deber es sacarla a la luz y elevar este asunto en cuestión a las instancias pertinentes dentro de RTVE.

 

Hablemos de usted. En prer lugar, ¿cómo afronta este reto? ¿Se han trazado, de entrada, un objetivo?

Yo tengo una instrucción, que además se ha publicado en varios medios, en la que se detalla qué es lo que tengo que hacer. O tengo que cumplir, y lo haré con entrega, la función que se me ha encomendado. Y lo haré además con gran entusiasmo, que siempre me ha gustado la revisión crítica de las cosas. Tendré la otunidad de hacerlo desde dentro.

 

Usted también ha trabajado al otro lado. Si usted, ahora, defiende al telespectador, ¿quién defiende al periodista?

El periodista viene defendido sus asociaciones y comisiones. Hay, además, quien dice que somos muy gremiales, lo que creo que yo también tendré que colaborar a la hora de defender al periodista si se le intenta atacar infundadamente…

 

Además, también tendrá que defenderlo en su condición de telespectador…

Evidentemente, los preros telespectadores son los propios trabajadores de la información. Pero hay que tener ahí mucho cuidado, que lo que no puede hacer nunca un defensor es introducirse en territorios laborales. Para eso están los sindicatos.

 

Su currículum dice que fue responsable de Proyectos y Documentación de programas juveniles de TVE. Así está la juventud, que no levanta cabeza.

La verdad es que el sector de contenidos para la juventud está ahora muy deprido. Amén de cosas buenas que están teniendo mucha aceptación ahora, como Los Lunnis, debacle de toda la vida todos tenemos cosas, escritas y no escritas, sobre los efectos de determinado tipo de violencia. Lo fundamental de la violencia en televisión es el uso que se emplee de ella. Es decir, que no debemos condenar, ejemplo, a todo el cine de género negro sólo que contenga violencia. Por eso, a mi me parece mucho más tante la transmisión de actitudes que hacen los programas. Hay que tener mucho cuidado en que las recomendaciones no entren en censura, ni en ningún tipo de superprotecciones. Lo que hay que hacer es incidir y favorecer la formación del espectador como telespectador crítico en los diferentes ámbitos de la vida cotidiana. Llevamos veintitantos años con este asunto y apenas se ha avanzado demasiado. No estaría de más que pudiera llegar a haber, desde la propia Comisión, algo que colaborase en la formación de un espectador crítico. El problema es que los propios medios no suelen favorecer este tipo de empresas.

 

¿Qué se cocía en el famoso Comité de Sabios, del cual era usted secretario del Consejo?

Mi experiencia en el comité fue mantener el equilibrio, que existieron al final una serie de discrepancias. Yo no tenía voto y eso siempre es tante. Yo tuve que actuar más como un productor; estaba allí para que esa idea pudiera funcionar administrativamente, para que no faltara nada, para que la comunicación fuera fluida, para convocar las reuniones, para remitir las propuestas… Ni siquiera tuve una recomendación, ni pude ni quise expresar, a nivel personal, mi grado de conformidad con el desarrollo de aquellos debates. Mi trabajo fue plenamente administrativo, siempre al servicio de los miembros de la Comisión. Particularmente, estoy de acuerdo con el cuerpo del informe, no así con el voto particular.

 

¿Espera recibir tantas quejas como las que recibía siendo profesor de Universidad?

La verdad es que, siendo profesor de la Complutense, recibí muy pocas quejas de mis alumnos. Tengo el orgullo de poder decir que era muy bien calificado ellos.

 

Ha publicado varios libros ¿Pretende escribir su experiencia en un futuro?

Nunca he hecho nada biográfico. He escrito cuentos infantiles, relatos y alguna novela para adolescentes, pero de autobiográfico, nada de nada.  Yo no sé qué pasará, quizá de esta experiencia pueda salir una revisión de cosas o una reflexión sobre los problemas fundamentales de la comunicación u otros libros sobre esta materia… Desde luego, no pienso en ello en absoluto.

 

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