Me duele reconocerlo. Tengo debilidad María Teresa Fernández de la Vega. Es la que más trabaja en el gobierno, o al menos tiene el acierto de que se note. Está en todos los fuegos, y arregla los estropicios de su jefe, que ahora que ha recibido un balón nuevo, y dorado, se puede cargar todos jarrones de la dinastía Ming que adornan los pasillos y los salones de la Moncloa. Pero no es esto lo que me duele, no se confundan. Lo que siento es que esta vez se ha equivocado.
Maria Teresa podría ser presidenta. Le cantaríamos aquello de “…me quiere gobernar, y yo le sigo le sigo la corriente”. Ha tenido incluso la frialdad de no responder, de no desmentir un rumor que circula ahí desde hace dos años, una historia malintencionada, de esas que pueden hacer daño, daño moral. A esas cosas sólo se contesta con el más absoluto desprecio.
Pero no siempre se acierta, y cuando dice que no van a dejar entrar un solo inmigrante sin papeles, sólo tenemos una alternativa para interpretarlo: o miente o se equivoca. Como la temada está en sus inicios, y he decidido ser bueno, me quedo con la segunda. Esto no hay quien lo pare. Y lo sabes. En Senegal se ha organizado una agencia de viajes que dice en su propaganda que este gobierno es débil, que no interviene, y que gracias a un gran atentado tenemos leyes permisivas. Dicen que ellos organizan el crucero, y que el gobierno se encarga del tramo CanariasPenínsula. La misma web dice que tenemos una policía fascista. Esto no, esto no debemos pasar, y nos gustaría que se hiciera algo con estos insultos. Hoy es Senegal, mañana Mali, y después Costa de Marfil. Nuestro estado del bienestar es el mejor efecto llamada, y nuestra forma de aceptar todo tipo de situaciones es la mejor de las invitaciones.
Creo que uno de los derechos más fundamentales y menos reconocidos es el de poder circular el mundo con toda libertad. Y estoy de acuerdo con Milton Friedman, el Nobel de Economía, cuando señala que el gran muro que corta esa libertad es el estado del bienestar. Estamos en un dilema de esos cruciales. Pero que no nos digan que lo van a parar que esto no lo para ni María Teresa.
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