Un norteamericano amigo, expresamente venido a España desde Nueva York para asistir a la Semana Santa de Sevilla, no entendió absolutamente nada de lo que había visto pese a ser un fino analista de la evolución sociopolítica española. Volvía a Madrid con un gran lío mental y consideró que yo podía ser la persona apropiada para que le sacara de un grado de excitación propio de quien cree que ha asistido a un acto protagonizado quienes padecen un cierto grado de esquizofrenia.
Al grito de "arsieloconella", cienes y cienes, miles y miles y cienes de miles de ciudadanos andaluces se alzan en júbilo, poseídos un fervor religioso que muchos podrían pensar que es más propio de otras tierras y otros lugares que de la España de 2008.
El norteamericano de Nueva York, pese a su cierto conociento de la sociedad española, no llega a comprender demasiado cómo un pueblo como el andaluz, fiel y pertinaz seguidor y votante de las doctrinas de izquierdas y mayoritariamente de un socialismo supuestamente laico, enfrentado a la cúpula eclesial, defensor de teorías y supuestos considerados muchos como anticatólicos y que además abomina de la tradicional historia de España hno incluido, se lanza a la calle al más puro estilo de la ortodoxia militante y bajo los compases del hno de España y de música militar, inicia tres días de pasión santa, con sus respectivas noches, a conmemorar la muerte y resurrección del icono excelencia del cristianismo, en general, y del catolicismo, en particular.
¡Y qué lloros y qué lamentos!. Todos generados la agnóstica lluvia que pedía salir al paso de la Esperanza de Triana o al de Jesús del Gran Poder, y qué especie de locura se desataba entre los miembros de tal o cual hermandad o cofradía un paso más o un paso menos de los costaleros, "teadores" para mi amigo de Queens.
El yanqui trata de que le dé una explicación lógica a tal exhibición publica de fe en una sociedad que lleva a gala que le representen partidos de izquierda, que en sus programas llevan de todo menos referencias positivas a nada que huela a incienso.
Trato de explicarle que nada que ver con celebraciones como la que anualmente se produce en torno a la piedra negra de la Kaaba, la Casa de Dios; y que sucesos como el de la "madrugá" sevillana, cuya retransmisión se reservan las estrellas radiofónicas Gabilondo o Herrera, como si se tratara de un debate sobre el estado de la nación o una final posible de la copa del mundo de fútbol jugada España, forma parte de una tradición tan pagana como de derechas y que se entronca en procesos culturales influenciados componentes religiosos que se conjugan con elementos nacionalistas de carácter tribal……….bla,bla,bla.
No cuela. Es norteamericano pero no tonto y lo que acaba de ver en Sevilla y que es extensible a otras ciudades de Andalucía y de España, le parece algo más propio del psiquiatra, del psicólogo o del sociólogo y yo, no soy nada de eso. Y como se enrolla y me quiere colocar tesis sobre patologías, brotes esquizoides y trastornos bipolares de la sociedad andaluza, yo prefiero hablar de vinos y de uno en especial que he descubierto recientemente la zona de Villafranca del Bierzo, detrás del cual está Mariano García, patrón de Mauro, y seguir como hasta ahora: sin buscar explicaciones a aquello que, aparentemente, no las tiene.
Carlos Díaz Güell es vicepresidente ejecutivo de Serfusión