Precipitaciones en prácticamente toda España, chubasco o tormentas. El tiempo ha cambiado y nuestro vehículo debe adaptarse al nuevo estado de la vía. Cuando menos te lo esperas comienza a llover o chispear y es precisamente con esas preras gotas cuando el conductor debe situarse en alerta y poner sus precauciones al máxo. Y es que las posibilidades de tener un accidente con lluvia se triplican. De hecho, sólo en 2006 el número de accidentes en carretera con llovizna fue de 4.186. En zona urbana la cifra fue 2.795. Una de las consecuencias más temidas el conductor no es otra que quedarse sin dirección, o más conocida como aquaplaning.
Comienzan a caer las preras gotas. Desde ese mismo momento, el conductor debe ponerse en alerta. Y es que es precisamente ese prer cambio que sufre la calzada el que produce un mayor número de accidentes. Barro, la situación del asfalto, grasa, polvo y las gotas… todo se mezcla y da lugar a una situación de poca estabilidad. El coche se adhiere mucho peor.
Según el últo Anuario Estadístico de la Dirección General de Tráfico, de 2006, es precisamente lloviznando cuando hay un mayor número de accidentes. En zona urbana se registraron un total de 2.705 accidentes, mientras que con lluvias fuertes hubo 288. En carretera la situación es más extrema. En 2006 se registraron 4.186 accidentes en situación de llovizna y 1.285 con lluvia fuerte. De hecho, podemos observar que es precisamente llovizna la segunda situación donde se produce un mayor número de accidentes. La mayor parte de ellos se producen con buen día.
¿Qué se debe hacer cuando comienza a llover? Ante todo, tenemos que ser conscientes de que nuestro vehículo se encuentra en buenas condiciones, especialmente frenos y ruedas. Hay que tener en cuenta que cuanto más nuevo es el vehículo suele llevar más prestaciones en este sentido: detector de lluvia, parabrisas que funcionan solos, más estabilidad… En cuanto a las precauciones que debe poner en práctica el conductor hay que destacar especialmente la reducción de velocidad, mantener una separación prácticamente del doble con el vehículo que se encuentra delante, llevar correctamente desempañados los cristales y llevar las luces encendidas, entre otras medidas.
Y es que podemos ser víctas del famoso aquaplaning, es decir, quedarnos sin dirección. Es ese momento, el vehículo se desliza y el conductor pierde el control del coche. Este efecto se produce que los neumáticos son incapaces de evacuar el agua y se produce con mayor frecuencia en aquellos coches que tienen los neumáticos demasiado anchos o están gastados. También ocurre cuando se va a una velocidad excesiva. La regla principal en caso de sufrir este deslizamiento es no frenar. Sólo podrás hacerlo cuando te cerciores de que el coche está perfectamente en contacto con el suelo. Hay que levantar ligeramente el pie del acelerador y tener el control del volante.
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