'No haremos ningún ERE. La situación publicitaria es muy mala, pero no realizaremos ajustes masivos, sólo salidas pactadas puntuales'. Esta frase podría resumir la intervención de Antonio Fernández Galiano esta mañana en el Fórum de Comunicación, pero también sería el perfecto colofón de la intervención de Juan Luis Cebrián hace casi un mes en la misma tribuna y la versión oficial de cualquier consejero delegado de un gran grupo de Comunicación. Y es que la palabra ERE se ha convertido en un tabú dentro de los medios. El problema es que los ajustes se van a poner en marcha de igual manera…aunque ahora le bauticen con otros nombres.
'No hablamos de ERE, pero no los descartamos'. La versión pública de los principales editores de medios rechaza completamente estos procedientos, pero en privado mantienen a sus equipos anticrisis trabajando en ellos y en posibles ajustes de plantilla, si es que la situación empeora. Hasta prnoticias han llegado informaciones que muchos de los Grupo que ahora no hablan de ERE estarían pensando poner en marcha procesos silares durante el prer trestre del próxo año, cuando se haya evaluado completamente el péso desempeño de la inversión publicitaria de este curso.
Mientras se tira de las bajas incentivadas y de las salidas pactadas pero puntuales. En este sentido no se habla estrictamente de ERE, que no hablamos de regulaciones masivas al estilo de la Gaceta, pero sí es verdad que un puñado tante de trabajadores ha abandonado las cabeceras. En El País ya os hemos contado, que muchos redactores históricos han dicho basta y han optado aceptar las indemnizaciones. Lo mismo pasa en El Mundo y podría pasar en Zeta. En Vocento ya nadie sabe nada, mientras que en marca se dice que sobre un 10% de la redacción.
Esto sin contar la congelación indefinida que se ha dado a los retajes de una serie de colaboradores en todo el espectro mediático. El número de periodistas en esta situación es elevado aunque difícil de cuantificar, pero lo cierto es que son cada vez más los redactores jefes que deben explicar a plumas de prestigio que ya no pueden realizar retajes de gran calado que en muchas de las ocasiones sacaban adelante sí solos las ediciones de muchos suplementos de diarios generalistas.
En resumen, de momento los ERES no llegan (esto no significa que no llegarán), pero los editores han aprovechado la coyuntura para separar la ‘paja del trigo' y recortar esos costes fijos que casi siempre comienzan el recorte de plantilla. Ojo, que ya no se llama ERE, sino que se ha rebautizado con un término políticamente más correcto como bajas incentivadas o ajustes puntuales. Técnicamente no es lo mismo, pero todos sabemos de lo que hablamos.
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