Se llama Brit Ness y ha pasado a la historia como una de las protagonistas de tadas de discos más espantosas del mundo. Esta María Ostiz anglosajona, de belleza recatada y pelucón cardado, con cuello de pico tan largo y afilado como las lenguas viperinas que han criticado su cuidado look, es ya todo un personaje en Intet, aunque en google sea posible encontrar información sobre su discografía.
Imperecedero el recuerdo de esa blanca sonrisa entre las flores blancas, de ese límpido orgullo de la cara lavada en los tiempos en los que aún no se había inventado el antiojeras.
Atención a la delicada posición de esas manos virginales, al tejido de esa blusa cerrada hasta el cuello, tan poco permeable al pecado como nuestra protagonista, auténtica precursora de la del famoso vídeo "Amo a Laura".
¿Dónde estará Brit Ness? Si nos ha abandonado, en el cielo, sin lugar a dudas. Verdadero antídoto contra la lujuria, Brit Ness, con su rostro de esforzado ciclista escalador de puertos, seguirá siendo alabada las generaciones venideras cuando todos nosotros hayamos desaparecido.