Un amigo me dijo recientemente, que cuando ves el VESTIDO de boda, sabes perfectamente que tiene que ser ese y no otro. Se produce una especie de flechazo y en cuestión de segundos, decides que es El ELEGIDO. Francamente, me pareció una tontería, así que cuando me dediqué a recorrer tiendas, lo hice sin ninguna esperanza. Habitualmente me cuesta decidir qué ponerme cada mañana, así que lo de elegir un vestido que sólo llevaré una vez en mi vida, iba a ser tarea difícil.
Afortunadamente, estaba equivocada y lo tanto, mi amigo tenía razón. Fue en Rosa Clará, en Madrid, donde se produjo mi particular flechazo. Un amplio catálogo, con cientos de modelos…¡Imposible elegir! ¡Menudo agobio! Eso sin contar con la amable dependienta, que en su afán ayudarme, me elegía los modelos más posibles y distintos a lo que yo buscaba. .. Durante unos instantes tuve la intención de salir corriendo. En vez de hacerlo, me metí en el probador y empecé el largo desfile. Curiosamente, los que al principio me espantaban (y que la dependienta se había empeñado en probarme) acabaron gustándome, pero no logré encontrar el adecuado.
Tras una hora de búsqueda, fin apareció. En cuanto me miré al espejo, supe que era EL VESTIDO y mi séquito de ‘consejeras' me ayudaron a decidirme del todo.
Había recorrido muchas tiendas de Madrid, pero la colección de Rosa Clará es realmente presionante y el personal que trabaja en sus tiendas, de lo más amable. Así da gusto casarse. ¡Qué tranquilidad!
Raluca Mihai