Por fin, el estafador americano Bernard Madoff ha ingresado en la cárcel tras declararse culpable de 11 delitos. Hasta ahora vivía en su apartamento de Nueva York en arresto domiciliario, con trato exquisito, incluso saliendo a la calle a pasear, como corresponde a todo delincuente de cuello blanco en el mundo capitalista. Ahora le puede caer cadena perpetua, lo que garantiza que morirá en prisión que tiene 70 años. Sólo falta decidir la suerte de Allen Stanford, otro estafador americano de parecido pelaje, aunque ha organizado menos ruido mediático. Stanford ha sido más sofisticado como banquero, pero ha hecho tropelías semejantes que pueden dar con sus huesos en la cárcel.
La noticia reconforta a la opinión pública, aunque no a los miles de estafados, entre los que se incluyen unas docenas de ricos españoles, ya que su dinero se ha evaado. Y aunque los administradores judiciales americanos han recuperado algo, resulta una minucia comparado con el total estafado. El Banco Santander, afectado la estafa a través de una filial, parece haber llegado a un acuerdo con buena parte de sus clientes engañados con productos Madoff en España. Parece que les compensará con bonos preferentes del banco a 10 años al 2% de interés. Subrayo que no todos están conformes, ya que hay clientes que tienen puesto pleito al banco que quieren su dinero, y una compensación daños. Muchos medios internacionales se preguntan sobre el tiempo que transcurrirá antes de la aparición de otro Madoff u otro Stanford.
Mientras tanto, en España se baraja el número de entidades que serán intervenidas el Banco de España, directa o indirectamente, y sobre las que se verán obligadas a fusionarse con otras más fuertes. Los rumores son intensos, y se habla de docenas de entidades que van a entrar en este proceso. Bancos y cajas deberían estar preocupados, además, su agen que se está deteriorando ante la dinámica de fuerte subida de comisiones, escasez de crédito, y elevados tipos de interés. Basta oír el rumor de la calle. De hablar del ‘banco amigo' se ha pasado a hablar del ‘banco enemigo', no utilizar otros calificativos más duros, que vienen en el Código Penal. La gente puede ser ignorante en finanzas, pero sabe que el origen de esta crisis es financiero, y se preguntan el qué debe pagarlo.
Miguel Cifuentes, periodista