En la Tierra a martes, noviembre 19, 2024

EL ESTADO DE LAS AUTONOMIAS

Sigamos con la Transición. Adolfo Suárez no fue “el tahúr del Misissipi”, como dijera Alfonso Guerra, pero tampoco fue el Santo que ahora se quiere hacer de él. Aunque lo raro es que sus fans no le pidieran al Papa de Roma su canonización. Adolfo Suárez fue splemente un político, mejor dicho un anal político, y como tal tenía dos caras. En la cara A se pudo ver siempre a un hombre spático, dicharachero, jovial, atractivo, que en el mano a mano personal se conquistaba a todo el mundo y también a sus enemigos. O sea, que era un político ideal para las urnas y la Democracia. En la cara B aparecía el Suárez inculto, péso parlamentario, enemigo de cualquier principio (moral, religioso o político), el hombre que mantenerse en el poder era capaz de vender su alma al diablo. En su biografía consta un pasaje que le define intelectualmente, sucedió en Sevilla cuando quiso hacer las oposiciones a la Marina y a pesar de ir recomendado las máxas autoridades del franquismo. El Tribunal al finalizar los exámenes le dio una calificación histórica, ya que le declararon INSUFICIENTE POR UNANIMIDAD. Yo fui su colaborador durante un tiempo y puedo certificar que Adolfo era un tipo spático y hasta buena persona.

 

Pero, el difícil papel que le encomendaron aquel mes de julio del año 1976 tal vez le vino grande. Suárez no tenía la preparación necesaria para ser un hombre de Estado en consonancia con los momentos difíciles de aquella Transición. Es verdad que en muchas cosas acertó, pero hubo una que fue un error garrafal y que hoy todavía esta pagando España. Fue la puesta en marcha de lo que ha dado en llamarse el Estado de las Autonomías, que pasados los años se ha demostrado que las 17 autonomías que puso en marcha son un verdadero cáncer. También es verdad que él y sus principales asesores creyeron que era la mejor manera de resolver los casi eternos problemas de Cataluña y el País Vasco. Fue entonces, y recogiendo la idea del ministro Clavero Arévalo, cuando se inventó lo del “café para todos”. ¡Ese fue su error!

 

Porque no significarse o dar la presión que cedía a las aspiraciones catalanas y vascas se inventó las 17 autonomías sin darse cuenta o sin querer reconocer que el resto de las regiones españolas  se hubieran conformado con una descentralización económica y política. ¿Y qué pasó? ¿ y cuál ha sido la evolución del Estado de las Autonomías?. A la vista está: Cataluña y Euskadi no aceptan ser iguales a los demás y pretenden estar un escalón enca. Lo malo es que enca de unas Autonomías desarrolladas ya sólo queda la autodeterminación y la independencia,  ¡y a eso se va! Pero, eso sería la destrucción del Estado y la desaparición de España como Nación e incluso la caída de la Monarquía. Bueno, pues eso  fue lo que sembró Adolfo Suárez. Así que lo dicho: al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios. Otro día hablaremos de los Nacionalismos de la ruptura.

 

 

AVERROES

 

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