Ya sé que ahora mismo Adolfo Suárez es un hombre que inspira lásta, la penosa enfermedad que está sotando. A mi él prero. Y ello hasta dudo escribir sobre él. Por eso quiero dejar muy claro desde el principio que este artículo no va dedicado al hombre Adolfo Suárez, sino a la figura política que fue durante la Transición. Adolfo Suárez, no hay que negárselo, tuvo bastantes aciertos, pero,tampoco hay que ocultarlo, cometió muchos errores. Uno de ellos, y muy tante, fue el no haber sabido conquistarse al Ejercito, sobre todo teniendo en cuenta que en aquellos años el Ejercito era uno de los tres Poderes fácticos ( los otros dos eran la Iglesia y la Banca). Cuando llegó el momento crucial de sacar adelante la Ley de la Reforma Política, el sibilino invento de Fernández Miranda, Suárez cito un día a toda la cúpula militar para explicársela en persona… y en aquella reunión no sólo cometió un error, lo suyo fue un engaño pensable en un hombre tan listo como era.
Pero, llegados aquí vamos a tirar de Hemeroteca y reproducir lo que fue aquella reunión, que, sin duda, pudo acabar con la Reforma. En un periódico de Madrid se publicó años despues este texto:
” El hecho es que el día 8 de septiembre de 1976, a las 10 de la mañana Castellana 3, la sede entonces de la Presidencia, era un alubión de entrada y salida de coches con banderines militares. En total 30 generales y almirantes. ( Por cierto que ese día estrenaban nuevo coche oficial los capitanes generales). La reunión con el Presidente duró casi 3 horas. Allí, sentados frente a Suárez, el “chico de Cebreros” que descubrió Herrero Tejedor, estaban los oficiales que, con Franco a la cabeza, en 1936 derrotaron en el campo de batalla al marxismo internacional y, especialmente, a los comunistas. Muchos de ellos, no contentos con la gesta española, se habían ido también a Rusia con la “División Azul”.
En fín, allí estaban los “generales de Franco”, con sus canas, sus ilusiones perdidas y sus medallas ganadas contra el marxismo:
D. Fernando de Santiago y Díaz de Mendivil
( Vicepresidente del Gobierno)
D. Felix Alvarez Arenas
( Ministro del Ejercito)
D. Manuel Gutierrez Mellado
( Jefe del Estado Mayor Central)
D. Angel Campano López
( Director General de la Guardia Civil)
D. Esto Sanchez Galiano Fernandez
( Jefe del 4º militar del Rey)
D. Emiliano Villaescusa Quilis
( Presidente del Consejo Supremo de Justicia Militar)
D. Carlos García Ribera
( Director de la Escuela Superior del Ejercito)
D. Jose Vega Rodríguez
( Capitan General de la 1ª Región)
D. Pedro Merry Gordon
( Capitán General de la 2ª Región)
D. Antonio Tais Plana
( Capitán General de la 3ª Región)
D. Francisco Coloma Gallegos
( Capitán General de la 4ª Región)
D. Manuel de Lara del Cid
( Capitán General de la 5ª Región)
D. Mateo Prada Canillas
( Capitan General de la 6ª Región)
D. Federico Gómez de Salazar y Nieto
( Capitán General de la 7ª Región)
D. Angel Suances de Viñas
( Capitán General de la 8ª Región)
D. Joaquin Valenzuela y Alcibar Jauregui
( Capitán General dela 9ª Región)
D. Emilio de la Cierva Miranda
( Capitán General de Baleares)
D. Ramón Cuadra Medina
( Capitán General de Canarias)
D. Carlos Franco Iribagaray
( Ministro del Ejercito del Aire)
D. Mariano Cuadra Medina
( Jefe de la Prera Región Aérea)
D. Francisco Martínez Vara del Rey y Córdoba Benavente
( Jefe de la 2ª Región Aérea)
D. Antonio Silbane Cagide
( Jefe de la 3ª Región Aérea)
D. Francisco Galera Sánchez
( Jefe del Estado Mayor del Aire)
D. Antonio de Alos Herrero
( Mando Defensa Aérea)
D. Carlos Castro Calero
( Mando de Material)
Más los representantes de la Marina, encabezados el Almirante D. Gabriel Pita Da Veiga, Ministro de Marina, todavía …
Naturalmente, después de los “efusivos saludos” ( luego se haría famosa esta frase de Suárez: ” A mi dejadme los generales, que a ésos yo sé cómo manejarlos”). El presidente pasó a explicar los puntos fundamentales de la ” Reforma ” que se iba a hacer ¡ cómo no! con el beneplácito del Rey… y, supuesto, sin romper la legalidad vigente.
En un momento dado de la larga reunión, y ante el silencio prolongado de los generales, Suárez se detuvo en el tema que él sabía que preocupaba más a aquellos militares: los Partidos Políticos. Y ahí, el presidente Suárez fue rotundo y rápido: ” Me consta que muchos de vosotros tenéis reparos a eso de los Partidos Políticos y yo os quiero decir algo tante para vuestra tranquilidad. Es verdad que aprobada la Ley de la Reforma Política habrá un reconociento oficial de los Partidos Políticos, que sin ellos no habría Democracia, pero yo os prometo, y si es necesario os lo juro, que se aprobarán todos ¡¡ menos el Partido Comunista ¡¡… es más, yo os aseguro que mientras yo sea Presidente del Gobierno en España no habrá comunismo”.
Pero, las cosas no sucedierón así ni mucho menos como fue público y notorio. A los pocos meses de esa promesa Suárez decidió reconocer al Partido Comunista, de la mano de Santiago Carrillo en aquel famoso Sabado Santo y sin avisar para nada a los generales ante los que había jurado. Eso lo consideraron un ENGAÑO con mayusculas y nunca se lo perdonarían ( hasta el punto de que “ahí” nació realmente el 23F). Y Suárez lo sabía, ya que aquella misma noche el ministro Martín Villa llamó a su despacho a Sabino Fernández Campos para informarle del aconteciento y el ya hombre de la Casa Real alertó de la conveniencia que tenía el presidente de volver a reunir a los generales de la reunión del 8 de septiembre para informarles del cambio de su planteamiento y justificar la necesidad política que había habido en esos meses para sacar adelante la Democracia naciente. Según publicaría más tarde Fernández Campos, Martín Villa se ausentó un momento de su despacho y regresó diciéndole que el presidente le había asegurado que esa cuestión ya estaba resuelta y que se había hablado con los generales. Eso no fue verdad, según manifestaron los militares el mismo día de la aprobación del Partido Comunista, aquel día que ditió el Ministro de Marina, Almirante Pita Da Veiga y estuvieron a punto de ditir todos los generales de Franco.
