Recuerdo que cuando Eroski había convencido a la ONCE de Duran que entrara en su accionariado, visité las instalaciones madre de la Cooperativa Mondragón invitado el Delegado de Catalunya que acaba de estrenarse en el novíso Multicentro de Collá, nacido de la pronta del entonces alcalde Montilla. El directivo, tenía mucho interés en que me informase, a conciencia, de todo el proceso de frío de la tera que se servía en su supermercado con una vitola de calidad incuestionable. La verdad es que puse tanto interés en el asunto que el resfriado que pillé fue de tal naturaleza que no me lo pude quitar de enca en un mes. Lo que vi me dejó verdaderamente presionado, especialmente la robótica que utilizaba la empresa vasca para manejar sus mercancías, con maquinas sin conductor circulando todo el almacén, y luego el inmenso robot cuyo brazo sacaba y ponía los palés cargados de cosas en su sitio sin equivocarse, al mando de un solo operario que manejaba un ordenador. Todo era grande y bien organizado, y se notaba que la gente se sentía a gusto con la empresa de la que era asismo parte accionarial además de trabajadora. Quedé vivamente presionado, y esa agen la guardo con admiración incluso cuando los ciegos españoles han desinvertido hace ya varios años lo que allí habían puesto con muy buen criterio empresarial. Si mi colega Cristina López Schlichting me hubiera leído estas líneas hace unos meses, seguramente se hubiera ahorrado la sentencia condenatoria que le ha puesto la Audiencia Provincial de Vizcaya que tan poco le ha favorecido y que nos descubre, que en la COPE, algunos profesionales todavía no han comprendido que en la propiedad de su empresa conviven en Euskadi todos los católicos que aman a ETA, los que creen que Sabino Arana es un redentor y hasta los que piensan que Basagoiti es un moderado. Tener un fallo de memoria de esa naturaleza, te pide muchas veces comprender, que en una Cooperativa cabe todo un universo ideológico, si es verdad que ésta, quiere ser el santo y seña empresarial de su país.