En la Tierra a miércoles, noviembre 6, 2024

SAMARANCH: LA SONRISA OLIMPICA

Aun está vivo cuando escribo estas líneas de homenaje a su figura pública y a su persona excepcional. Ojalá, que cuando acaben de leerlas, sea capaz de vencer a su delicado corazón y tirar adelante con esa sonrisa suya de gentleman que ha paseado todo el mundo. Juan Antonio Samaranch pasó del franquismo educado y culto que inventó Ridruejo al olpismo internacional, dejándole a la Generalitat un Palau que el ocupaba en la Plaza de Sant Jaume como Presidente de la Diputación, restaurado y sobrado de obras de arte que le convertirían en el edificio emblemático de la autonomía que iba a restaurarte. Su paso la embajada de Moscú le hizo concitar en torno a su persona los apoyos necesarios para llegar a la Presidencia de un COI que, desde su llegada, comenzó a crecer y a comtarse como una auténtica familia que ha llegado a ser la más poderosa del mundo. Cuando en 1992 hizo posible que su amada consiguiera celebrar las únicas Olpiadas que se han organizado en España, hizo posible además que muchos de nosotros guardáramos en nuestro corazón algún recuerdo inolvidable de aquel momento. El mío fue entrar con la antorcha en mi pueblo, donde la gente, como en muchos municipios más, se echaron a la calle para celebrar la presencia de los relevistas como si fuera la Fiesta mayor. Miles de voluntarios les podrán contar anécdotas fantásticas de su trabajo aquellos días. Los paralímpicos celebraron prera vez una olpiada como dios manda y en fin, todo el país vibró aquella Barcelona 92, gracias fundamentalmente al poder que Samaranch supo canalizar hacia sus compatriotas. Lo intentó con Madrid, y en dos ocasiones. No salió bien, pero era emocionante ver a este veterano detista pelear llegar a la meta el prero. En la últa intentona quedó segundo dejado atrás a adversarios tan poderosos como Estados Unidos o Japón, y solo una desafortunada conjugación de intereses, le privó de llevarse la ulta alegría de su vida. Ahora esta  en la UVI y se está muriendo Hay grandes hombres que no deberían irse nunca y Juan Antonio Samaranch, muchas razones tendría que ser uno de ellos. Nunca le olvidaremos.

 

Manuel Fernando González

Editor y Director

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