No es tarea fácil, las consecuencias derivadas de la explosión de la plataforma petrolífera frente a las costas de Louisiana, que se cobró la vida de 11 personas, ya se ha calificado como el peor desastre ecológico de la historia americana. Si bien la decisión parece acertada, debido el perfil de los miembros de Brunswick, la realidad es que la campaña puesta en marcha BP, a través de anuncios e incluso una disculpa de su CEO, Tony Hayward, está siendo recibida de manera fría medios y públicos objetivos.
La crisis en la que se encuentra la petrolífera alcanza magnitudes casi incontrolables. A la caída reputacional se unen el shock financiero y el notable incremento de su partida publicitaria para hacer frente al derrame de petróleo y la crisis ambiental resultante. No en vano, la petrolera ha centrado su inversión en minizar la catástrofe reputacional que le ha llevado a pasar de un 89% de buzz positivo a una caída sin precedentes alentada diversas campañas de boicot realizadas desde todos los medios. Especialmente notable es el falso perfil de twitter, BPGlobalPR, que a día de hoy supera los 134.000 seguidores. A falta de pagar la millonaria multa que le pondrá el gobierno americano, los analistas predicen que BP podría gastar hasta 30.000 millones de dólares entre reparaciones y reclamaciones, a los que habría que sumar los gastos ocasionados los múltiples intentos de contener el vertido, la lpieza de las playas y la recuperación de la agen. Actualmente, las acciones de la compañía son las de menor rentabilidad dentro del sector.
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Que le corten la cabeza…
… a CarlHenric Svanberg, presidente de BP. Y no lo piden los ecologistas, ni los pescadores de la costa de Florida, ni Obama… sino sus propios compañeros de gobierno de la petrolera británica: los directores seniors de BP consideran que la actitud del sueco es una de las claves de que, lo que podría haber quedado como una crisis en la historia de la compañía (eso sí, de las más graves), se haya convertido en una catástrofe cuyas consecuencias pueden ser irreparables para BP. Razón no les falta: Svanberg ha desaparecido prácticamente del mapa realizando tan sólo una declaración pública desde que el 21 de abril ocurriera la explosión de la plataforma y dejando que todas las críticas y responsabilidades recaigan sobre su CEO, Tony Hayward, quién se encuentra prácticamente viviendo en la zona. ‘Es Svanberg quien debe ditir, no Hayward’, afirman destacados ejecutivos de la petrolífera que acusan a su presidente de no dar la cara ante los medios de comunicación, los stakeholders y la sociedad.
Con este desalentador panorama de futuro se enfrentan Brunswick y los propios directivos de BP. Cualquier acción será comentada, analizada y, probablemente, criticada. Lpiar la agen de BP llevará sin duda más tiempo y más esfuerzos que contener el crudo que, a día de hoy, continúa tiñendo las costas americanas.
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