- INCLUYE VÍDEO Eduardo García Serrano, tertuliano de El gato al agua calificó a la consellera de Salut catalana Marina Geli, de ‘zorra repugnante’, ‘guarra’ y ‘puerca’. Una muestra más de la escalada de violencia verbal e ideológica que se respira en las tertulias políticas de la televisión ¿Cuál es el límite?
Históricamente los tertulianos de la televisión han respondido al perfil de un comentarista que habla de famosos y famosillos y que aumenta su popularidad a medida que va creciendo su nivel de insultos y la virulencia de sus comentarios. Históricamente también un grupo de autodenominados protectores del periodismo les ha criticado degradar la profesión y rebajar el nivel del debate. Paradójicamente, muchos de estos mismos críticos abundan ahora en programas políticos, caracterizados la virulencia verbal y la crispación política.
Y es que los Carmeles, Mariñas, Chelos y Patiños han sido sustituidos honorables y reputados periodistas en programas como El Gato al Agua, El Mundo en VEO 7 o La Noria. Y el nivel del debate no ha mejorado, al contrario ha ido a peor. Ya viene siendo habitual que Enric Sopena, María Antonia Iglesias y Alfonso Rojo se tiren los trastos a la cabeza compitiendo quien grita más y quien dice la barbaridad más grande.
Estos tertulianos ‘serios’ tampoco dudan en insultar al adversario o en mandar mensajes llenos de veneno a quienes critican en antena. La últa prueba la hemos visto en El gato al Agua de Intereconomía, espacio que se ha hecho famoso la elevada crispación de sus participantes..
En él Eduardo García Serrano uno de sus tertulianos calificó a la Consellera de Salut catalana Marina Geli (PSOE), de ‘zorra repugnante’, ‘guarra’ y ‘puerca que está fabricando degenerados’. Todo ello ante la pasividad de Antonio Jénez y las risas de algunos contertulios. En la cadena han señalado que este insulto ha sido fruto de un calentón y que no es norma de la casa hacer este tipo de declaraciones. Dicen además que el jueves García pedirá disculpas.
Lo cierto es que independientemente de este lamentable aconteciento, parece que las tertulias evolucionan hacia este modelo en que quizás los insultos tan duros no tienen cabida regularmente, pero que apuestan un modelo de confrontación y virulencia ideológica en que la crispación, la interpelación y la ira televisiva son los estados de áno dominantes entre los tertulianos. Pareciese además que los comentaristas más cotizados son precisamente los que más insultan, gritan y vociferan, mucho más que los que ofrecen un análisis pausado y coherente de la realidad.
Mal camino siguen las televisiones, en especial las nuevas TDT que han visto en este tipo de programas un filón de audiencias, a pesar de que su ate al análisis políticos quizás el objetivo con el que han nacido se cumple cada vez menos.
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