En la Tierra a martes, noviembre 19, 2024

Fracaso general

La liturgia posterior a una huelga general siempre es la misma. El Gobierno habla de un “seguiento desigual y moderado” y los sindicatos califican la huelga como un “éxito” con un 70% de seguiento. Un despropósito que ahonda en el descrédito de los sindicatos. Por mucho que intenten calificar de masiva la respuesta de los trabajadores a la huelga, fue un clamoroso fracaso reducida a paros sectoriales en la industria, y escasa o nula incidencia en  las administraciones públicas, los servicios, el comercio o la hostelería, si acaso algunos cierres provocados la coacción de los piquetes. Uno de los datos más objetivos para acercarse a la realidad es el relativo al consumo eléctrico de todo el sistema nacional que facilitó Red Eléctrica, alrededor de un 16% menos de lo previsto en las horas punta. El dato incluye desde las grandes industrias a las pequeñas, y a todas las empresas y particulares. En la huelga general del 20J contra el gobierno de Aznar, la caída del consumo fue mucho mayor, más del doble que en la jornada del 29S. Pero independientemente de las cifras, lo cierto es que el resultado no ha sorprendido a nadie que desde su convocatoria nadie se creyó esta huelga de opereta, con la que los sindicatos no pretendían otra cosa que medir su desgastado nivel de influencia y recuperar su mermada credibilidad. Demasiado evidente. Una huelga descafeinada, que no querían hacer mucho ruido ni desgastar excesivamente al Gobierno que les ha mantenido dócilmente alfombrados. Tampoco el Gobierno deseaba un fracaso tan estrepitoso como para dejar en evidencia a los sindicatos con los que en breve se volverá a sentar para negociar nada, pues nada hay que negociar. La reforma laboral ha venido puesta Europa y ha sido aprobada el parlamento, lo que Zapatero carece de margen para rectificar su política económica. Los ciudadanos  han dado la espalda a los sindicatos a los que han negado legitidad para protestar contra el Gobierno, mostrándoles su indiferencia ante la pantoma. Tendrán que extraer sus propias conclusiones. La prera de ellas, el deterioro de su agen y su distanciamiento cada vez mayor de los intereses reales de los trabajadores. La segunda, su dependencia de las subvenciones públicas, que sólo alentan una maquinaria con la que gestionan sus propios intereses. Y la tercera, la superación de un discurso trasnochado que exige una revisión a fondo de sus planteamientos sindicales. Para las miles de familias que carecen de trabajo y expectativas, el 29S fue un fracaso general.

 

Alberto Castillo

Director de Gente en Madrid

http://www.gentedigital.es/blogs/sinacritud

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