Si de algo entendemos los gallegos es de caciques y de cacicadas. Ha habido tantos y tantas, en nuestra idolatrada tierra durante los últos doscientos años, que cualquiera de nosotros, podría montar un master sobre tan singular manera de manejar la vida de los demás. “Tenche moi bos padriños” es una conocida frase que muchos hemos escuchado desde niños, cuando alguien trata de justificar, el que un cafre consigue un enchufe en la administración o sale adelante en unas oposiciones posibles. Y así, con cierto fatalismo, que ralla en lo desesperante, hemos visto pasar delante de nuestras narices, tráficos de influencia de todo tipo y apaños “noxentos”, que a cualquier mortal, le haría sonrojar de vergüenza. Hoy se habla mucho de la corrupción y se publican, con pelos y detalles, las conversaciones telefónicas de los poderosos a los que ha investigado la policía y también, vemos entrar e los juzgados o ser sentenciados la Justicia, a muchos que hasta ahora se consideraban intocables ante la ley. Un ejercicio de autoflagelación pública y regeneración democrática encomiables, si se sabe combinar adecuadamente lo que se sabe con la presunción de inocencia y la independencia que hay que exigirle a los periodistas cuando hablan o escriben sobre estas cosas. Y sin embargo, todo lo bueno se acaba. Hay tantos intereses medio y respetabilidades puestas en entredicho, que los partidos políticos, especialmente los muy mayoritarios, han decidido ponerle freno a esta riada de noticias que tanto les afectan ¡y de que modo!. Por eso ahora discuten discretamente la llamada “Ley de Agilizacion procesal”, que a este gallego de raíces profundas le huele a “cacicada” de grueso calibre. Si los abogados, los fiscales o quien sea, para poder contar lo que pasa en un proceso, tiene que pedir permiso al Juez y su decisión no es recurrible, me temo, que a los periodistas, se nos acabó una buena parte de nuestra libertad de expresión, que unida a la que ya nos han quitado los empresarios con ERES irracionales a cuanta de la falta de ingresos publicitarios y al terror escénico que nos acogota, hará que pronto formemos parte de esa inmensa riada de indignados sin empleo estable, que no acampan en ninguna parte, pero que piensan sobre lo que pasa o lo que se nos viene enca con la ley que se va a aprobar aquello tan rosaliano de “non che digo nada, pero…. ¡vaia! .
Manuel Fernando González
Editor y Director