No se lo que voy a hacer a partir de ahora. Se acaba la serie de Harry Potter y los de American Express piden disculpas al amigo Pedro. Esto es el fin de los tiempos, en los que mantenías la ilusión que el cuento de Caperucita pasaba de generación en generación y el lobo era un lobo como Dios manda: malo y con ganas de comerse a las pobres niñas que escuchaban la narración completamente aterrorizadas. Los periodistas, que también somos seres humanos, a veces, se nos da formar parte del mundo de nuestros lectores y hasta nos atrevemos a decir lo que nos pasa, claro y en voz alta. Eso, unas vece,s sirve para que el Dircom de turno baje del pedestal en el que se encuentra y pida disculpas, y otras, para que se queda tan pancho y sigua dándole al error hasta que el cese le acompañe o el comunicador se canse de darle caña. En mi caso, ya les he contado y reitero que mi amor American Express es eterno. Como diría el Obispo de mi pueblo: “per saecula saeculorum”. El que se lo haya contadoa Vds. no ha tenido otra intención que la de solidarizarme con el compañero al que le acaban de putear y de paso, darme el gustazo, una vez mas, de poner en solfa a esta multinacional del crédito, que según mi personal opinión, tiene escaso amor a sus clientes y esconde celosamente unos modos empresariales, que cuando salen a la luz, espantan al mas pragmático de los mortales. Vamos, que son con las agencias de calificación, de las que tanto se habla ahora, unos angelitos. Háganme caso confíen en su Cajas y Bancos españoles, que son de aquí y al menos, todos sabemos donde están sus dirigentes.
Manuel Fernando González
Editor y Director