Según las leyes actuales, todos somos donantes si no se demuestra lo contrario, pero la realidad es que la decisión de los familiares a la hora de realizar la donación en Pacientes fallecidos es la que cuenta. En este momento de dolor, la familia tiene que decidir si proceder a la donación, o no. Dejar esta voluntad escrito o comunicarlo a los familiares más cercanos en vida es un deber de todos, así lo asegura a prsalud Juan José Rubio, coordinador de la Unidad de Trasplantes del Hospital Puerta de HierroMajadahonda en Madrid.
Si algo puede, y lo hace, nuestro país presumir, es el sistema nacional de trasplantes. Según datos de la Organización Nacional de Transplantes (ONT), nuestro país es el único que experenta un creciento continuado del número de donantes de órganos desde hace más de 18 años. En 2009 se realizaron 4.028 trasplantes procedentes de 1.605 donantes, lo que nos sitúa con la mayor tasa de donaciones de todo el mundo.
Pero detrás de estos datos de récord Guinnes hay muchas historias. Historias de familias que, tras la muerte de un familiar, tienen que decidir si aceptar o no la donación de los órganos de los Pacientes fallecidos. La tarjeta de donante es el documento más claro que certifica que la persona fallecida deseaba ser donante, permitiendo a los profesionales sanitarios y a las familias conocer su voluntad. Aún así, poseer esta tarjeta no es definitivo, ya que la últa palabra la tiene la familia.
En este sentido, Juan José Rubio explica que ‘la reacción de la familia ante la cuestión de la donación es bastante buena, a pesar de la situación en la que se encuentran, muchas de las familias aceptan prácticamente desde el principio. Otros se lo tienen que pensar o consultar con el resto de la familia’.
En España un 17 ciento de los familiares acaban negándose a que los órganos del fallecido sean donados, a pesar de que en muchas ocasiones no sabían con certeza cual hubiera sido la voluntad de éste. Son las llamadas negativas familiares. ‘Quizás sean los padres los más reacios a la donación, generalmente que son personas mayores, frente a los cónyuges que suelen aceptar con mayor frecuencia’, opina el coordinador de la Unidad de Trasplantes del Hospital Puerta de HierroMajadahonda en Madrid.
Las horas previas a la muerte del Paciente son clave a la hora de proceder a la donación de los órganos. El tiempo juega en contra, y los responsables de comunicar a la familia la posibilidad de la donación juegan con otro factor adverso, el dolor de los familiares ante la pérdida. ‘La relación con la familia se produce cuando ya se tiene el diagnostico de muerte cerebral. Nosotros lo que hacemos es plantearle la muerte del Paciente, explicarles qué el resto de los órganos siguen funcionando, les aclaramos todas las dudas al respecto, y les damos un tiempo para que asilen la muerte. Después, les planteamos la posibilidad de la donación’ relata Juan José Rubio.
Desde la Federación nacional ALCER se aboga a que comuniquemos a nuestros familiares nuestros deseos acerca de ser, o no, donantes, en el caso de que nuestros allegados tuvieran que tomar esa decisión nosotros. En este sentido, Juan José Rubio coincide en esta opinión. ‘Yo creo que es muy positivo que la gente lo comunique. Pero creo que seria más positivo que todo el mundo dejase constancia escrito de este deseo. Actualmente esta posibilidad se puede llevar a cabo a través del registro de voluntades anticipadas, aunque según reconoce Rubio, apenas tiene uso.
El Presidente de la Federación Nacional ALCER , Alejandro Toledo , asegura que ‘no cuesta nada dedicar un día unos minutos, mientras ejemplo se está comiendo en familia, a dejar claro si se quiere o no ser donante. Hay que perder el miedo a hablar de este tema y pensar que ese minuto de conversación pueden acabar siendo muchos años de vida para una persona’
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