El 23 ciento de los enfermos de Alzheer y ancianos españoles que viven en residencias es vícta de sujeciones físicas y químicas. España se consolida así como el país desarrollado que más utiliza estas prácticas de abuso y maltrato. El programa ‘Desatar al anciano y al enfermo de Alzheer’ promovido la Confederación Española de Organizaciones de Mayores (CEOMA) aboga formación e información a profesionales y familiares como forma de lucha contra esta situación..
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) entre un 4 y un 6 ciento de los ancianos viven en situación de violencia doméstica o institucional, y de ellos el 80 ciento residen en países desarrollados. La población de edad avanzada mayor está aumentando a nivel mundial. En España hay casi 8 millones de personas mayores y se prevé que para el año 2050 más del 30 ciento de los residentes superen la edad de 65 años, lo que el potencial riesgo de maltrato aumenta.
La práctica de la sujeción física y el uso de psicofármacos en las instituciones geriátricas españolas ha sido desde hace décadas percibido como normal, e incluso necesario en el cuidado prolongado de Pacientes con Alzheer y personas mayores en las que sus capacidades psicomotrices y cognitivas se había deteriorado. No fue hasta hace 6 años cuando se tomó conciencia del problema y efectos perjudiciales de estas prácticas, y comenzó a conformarse el programa ‘Desatar al anciano y al enfermo de Alzheer’.
En 1997 España ocupaba, con diferencia, la prera posición del ránking de países con el mayor uso de sujeciones en personas mayores, casi un 40 ciento según el estudio extraído de la revista ‘Age and ageing’. En 2009 la cifra, según datos recogido CEOMA, se redujo hasta el 23 ciento de media nacional, y ya se han observado algunos cambios significativos al respecto, como la aparición de centros en los que se garantiza la ‘no sujeción’.
La pérdida de capacidad cognitiva es uno de los principales factores de riesgo de que ancianos, y especialmente enfermos de Alzheer sean víctas de estas prácticas. ‘El uso de sujeciones atenta contra la dignidad de la persona. Hay que mentalizar a familias y profesionales que la sujeción, con la que se pretende precisamente dar seguridad al anciano, coarta su libertad‘, asegura Antonio Martínez Morato, jefe del Área del Plan Gerontológico del IMSERSO. En este sentido, José Luis Méler, presidente de CEOMA, coincide en señalar que ‘la formación y asistencia a residencias es la mejor alternativa para cambiar esta situación’
La puesta en marcha de sistemas de formación e información para familiares y profesionales, y la elaboración de guías y protocolos son, precisamente, algunas de las herramientas que ha puesto en marcha el programa ‘Desatar…’ para reducir estas prácticas abusivas.
‘Existe un uso crónico de las sujeciones tanto físicas como químicas. En el caso de los psicofármacos hay que usarlos en plazos cerrados, marcándonos el objetivo de penalizarlos, ya que tienen efectos nocivos. Por esta razón su administración tiene que estar litada en dosis y ajustados a las peculiaridades del individuo’, asegura Emilio Marmaneu, director técnico del programa. Respecto a las sujeciones físicas, Marmaneu explica que hay ciertos mitos acerca de sus beneficios, como que reducen el riesgo de caídas. Este ‘beneficio’ ha quedado totalmente desacreditado, ya que las sujeciones plican una inmovilización del enfermo que a la larga termina ‘paralizar’ sus funciones motoras. ‘Vivos en la cultura de atar para cuidar’, lamenta el director técnico.
Respecto a la legalidad, aún existen lagunas en este terreno. La dificultad de identificación de los abusos y la alta vulnerabilidad de la que es vícta el colectivo de personas mayores ha pulsado a la creación de la figura judicial del ‘fiscal del mayor’ (Fiscal del Estado para la protección y Defensa de los Derechos de las Personas mayores). También desde el ámbito gubernamental, el gobierno de la Comunidad Foral de Navarra aprobó en 2006 la ley de Servicios Sociales, prera ley autonómica que establece límites a las sujeciones.
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