En prfarmacia hemos hablado constantemente sobre el papel de los farmacéuticos en el tratamiento de ciertas enfermedades leves y su tratamiento desde la Oficina de Farmacia. Siempre estaban enfocadas hacia los adultos. Pero, ¿y cuándo es un bebé o niño el que requiere de sus conocientos?
Los padres acuden al médico pediatra cuando ven que su hijo tiene alguna enfermedad de mayor o menor consideración, pero otras muchas veces acuden prero al farmacéutico para consultarle qué medicación pueden darle a su hijo. En una gran mayoría de los casos, el boticario remite al pediatra para una valoración completa del problema.
Cuando un bebé y más cuando es un niño pequeño tiene algún tipo de afección, aunque curse con algunas décas de fiebre, se acude al farmacéutico para que le ofrezca algún tipo de medicamento que alivie el malestar de su hijo. Normalmente suelen darse fármacos que no necesitan receta médica o EFP. Cuando un padre acude en busca de consejo a la oficina de farmacia, el farmacéutico debe recoger la máxa información posible de las respuestas a las una serie de preguntas que realizaran para la obtención de dicha información.
Una vez obtenida la información, si se trata de alguna infección respiratoria, como el boticario no está cualificado para determinar si es de origen bacteriano o viral, dispensará algún analgésico leve y derivará al pediatra. Y es que, los medicamentos que los adultos podemos tomar sin complicaciones pueden resultar peligrosos para los menores. En este campo, los farmacéuticos también realizan una tante labor a través de la farmacovigilancia.
Los boticarios se reafirman, una vez más, como los agentes sanitarios a los que se acude en una prera instancia, cuando la dolencia es leve.
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