Se te ve poco, pero cuando haces acto de presencia te haces notar. De eso se trata, al parecer, hacerse notar. La experiencia es un grado, y tú la tienes. Sabes donde hay que estar. Sabes lo que decir, y sabes lo que preguntar. Pero sobre todo, sabes cómo adular.
Ya lo dice el refrán: ‘no muerdas la mano de quien te da de comer’. Pero una cosa es ‘no morder’ y otra cosa es ‘acariciar’ como el amante a su amada, esperando su beneplácito y atención. Una buena dote lo merece, y mucho más en tiempos de vacas flacas como los que corren.
En el reino de los actos sanitarios ocurre igual. La adulación, en su justa medida, no está mal. Pero si para adular y ‘quedar bien’ tienes que desprestigiar a tus colegas… la cosa va mal. Se puede conquistar a la amada sin necesidad de matar a los demás pretendientes, querido caballero sanitario.
Los vampiros nunca duermen…