Es obvio que hay ataciones informáticas que están facilitando notablemente la labor del médico de AP, aplicadas, ejemplo, al historial clínico, el tratamiento que sigue cada paciente y los cambios que puedan ir surgiendo, así como otras muchas funciones. Todo queda archivado para facilitar al profesional el acceso rápido a los datos, que además son absolutamente confidenciales.
¿Estas herramientas repercuten desfavorablemente en la relación médicopaciente? No tiene qué, sino más bien al contrario. El verdadero intromisor en esta relación es el tiempo, siempre escaso, con el que tiene que luchar este especialista, al que se otorga una media de diez minutos de atención consulta. Es obvio que esta norma no se cumple, del mismo modo que es obvio que hay pacientes que necesitan cinco minutos de atención y otros 30 o más.
En buscar el equilibrio es tal vez una de sus luchas más encarnizadas para poder atender a todos los pacientes satisfactoriamente y no torturarles con largas esperas. Además, al médico de AP no le llegan todos los avances tecnológicos que él quisiera para su consulta. No vamos a entrar en un debate bizantino. Incluso habría disparidad de criterios entre los propios facultativos de AP.
Al final de la cadena siempre está el sufrido paciente. ¡Ojo, que potencialmente lo somos todos, incluidos los propios galenos!
Mayka Sánchez