El Doctor Manuel Salvador es Jefe de Servicio de Medicina Hiperbárica del Hospital General de Castellón y miembro del Comité Científico de la Asociación Española de Pacientes con Disfunción de ATM, Neuralgia del Trigémino y Dolor Neuropático (AEPA ATM). Cada veinte años nace un Doctor como él, apasionado de la Medicina y siempre dispuesto a buscar otro camino para un Paciente que no ha conseguido encontrar el suyo.
¿Por qué uno no sale corriendo con tanto Paciente crónico desesperado?
Estudié medicina para ayudar a los Pacientes, para aliviar su dolor. Desde niño fui responsable con lo que estudiaba y con lo que quería hacer los demás. Tuve la gran suerte de conocer al Premio Nobel de Fisiología y Medicina del año 1959, el Doctor Severo Ochoa. Él me dio mis preros consejos. Yo era un apasionado de la química orgánica, y quería estudiar bioquímica y él me dijo: ‘pues tendrá usted que estudiar dos carreras’. Mi segunda opción fue la medicina. Me gusta ayudar a los demás y me gustan las personas. Se necesita mucha humanidad para ser médico.
¿A usted no le da miedo el dolor ajeno?
He tenido grandes maestros que me han enseñado a abordar cada paciente y cada problema desde diferentes perspectivas. En el tercer año de licenciatura, decidí la especialidad de Traumatología y Cirugía Ortopédica, y en ello influyó mucho la figura del Dr. Massotti Littel, médico de gran personalidad y profunda humanidad con el que estuve trabajando en todo mi tiempo libre hasta que me presenté al MIR. Con él me introduje en la cirugía de la columna lumbar y cervical, y me fui familiarizando con el dolor que produce la compresión de una hernia discal sobre el tejido nervioso.
En Valencia, durante el MIR, tuve la suerte de trabajar cerca del Doctor José Luis Bas, entonces jefe de la Unidad de Raquis del Servicio de Traumatología y Cirugía Ortopédica del Hospital Universitario La Fe de Valencia. Él me enseñó que a los Pacientes hay que escucharles y nunca decirles ‘no puedo hacer nada usted’, que realmente es el médico el que no sabe como ayudar más. Y eso se llama: ‘hay que estudiar más’. El clínico siempre tiene que escuchar e investigar lo que no sabe.
De todos mis maestros aprendí que lo mejor es escuchar al Paciente y no subestar el dolor, y tomar las decisiones más prudentes y a ser posible reversibles. Por muy mal que esté un paciente corres el riesgo de dejarle aún peor y eso es lo más tante que tenemos que controlar los cirujanos y medir muy bien antes de meter a un Paciente en un quirófano. Muchos afectados de la Asociación de AEPA ATM han empeorado después de pasar una cirugía minamente invasiva. A través de esta entidad he conocido jóvenes destrozadas cirugías mal planeadas.
Tenemos mucho que reflexionar. Me parece que la causa la que lucha esta entidad es nuestra causa: ayudar a los que sufren y encuentran cerradas todas las puertas. Siempre estoy abierto a ayudarles dentro de mis conocientos y posibilidades, y a ponerles en contacto con investigadores internacionales en determinados casos. Estoy cansado de ver cirugías mayores para abordar problemas menores. Los resultados son malos y, luego, se le dice al Paciente que eso ya se le explicó cuando firmó el consentiento. Eso no puede ser. NUNCA.
¿Con esa filosofía… qué opinan sus compañeros?
No me siento bien trabajando con clínicos que están pendientes del reloj. Esta es una profesión donde debes tener pasión los demás. Me gustan los facultativos y compañeros que se vuelcan en su profesión y se olvidan del reloj y de los turnos. En mi equipo solo busco personas a los que les gustan los retos. Veo muchos jóvenes preocupados el dinero, los cargos en Sociedades Científicas y que se litan a cumplir un horario. Me da mucha pena. Para eso hay otras profesiones.
¿Usted es inquieto naturaleza?
Se puede aprender mucho a través de libros y videos. Con interés aprendes. Si te mueves solo dinero en medicina ni te harás rico, ni serás buen médico. Actualmente, veo que hay muchas entidades que pretenden sacar el dinero a los especialistas jóvenes. Les proponen Masters, postgraduados… donde aprenden menos que con Intet y con la práctica al lado de un buen profesional.
¿Qué hace un doctor como usted como Jefe de Medicina Hiperbárica en Castellón?
Aterricé en esta Unidad que estaron que era la persona idónea para ponerla en marcha. Confieso que vine a regañadientes renunciar a ‘mi cirugía’ y, ahora, estoy muy contento que he comprobado que es una excelente herramienta en el tratamiento de muchos problemas y ofrece un venir insospechado en el tratamiento del dolor, y aún sigo practicando la cirugía en otros hospitales. El Doctor Jordi Desola me insistió sobre la utilidad de esta práctica tan poco divulgada en España. En nuestro país el origen de esta especialidad se remonta a hace 40 años, en Barcelona, donde contaban con una gran experiencia en accidentes de buceo. Posteriormente, se comprobó que la terapia de oxigeno hiperbárico tenía mucha utilidad en múltiples patologías como la osteomielitis, las lesiones radioinducidas tan comunes en los pacientes oncológicos, el cuidado del pie diabético y, en general, múltiples patologías que se caracterizan falta de oxigenación de los tejidos.
Entrevista cedida la Asociación Española de Pacientes con Disfunción de ATM, Neuralgia del Trigémino y Dolor Neuropático (AEPA ATM)