Esta intervención supone una segunda otunidad de vivir, a excepción de los enfermos con insuficiencia renal terminal, que, en caso de no poder acceder al trasplante de riñón, pueden vivir gracias a la diálisis. En el estudio del hospital cántabro no se reflejan grandes diferencias en la calidad de vida entre los distintos enfermos trasplantados, ya que prácticamente todos pueden llevar una vida normal, pero sí aparecen esas diversidades en cuanto a la calidad de vida percibida y comparada con la anterior a la operación.
Así, mientras que los enfermos renales no la encuentran tan radical cuanto antes podían vivir (si bien “gracias a la máquina de diálisis”), los pacientes cardiacos o de hígado sí, ya que antes tenían una pésa calidad de vida y unos límites en el tiempo para mantenerse con vida.
La Sociedad Española de Trasplante (SET) advierte de que tras el éxito de la operación son fundamentales para su continuidad los controles médicos pertinentes, el apoyo familiar, la medicación, una alentación adecuada, la práctica regular de ejercicio físico moderado y, en general, el llevar una vida saludable en todos los sentidos.
Mayka Sánchez