El rostro condescendiente y bovinamente risueño del presentador del informativo de TV cuando acaba de anunciar el corte del siguiente video, referido al maltrato que estaba sufriendo la estúpida exposición vacuna que padecemos en la capital parte de algunos madrileños, no dejaba lugar a dudas, aunque se estuviera refiriendo a un delito: "Ya sabemos como nos las gastamos aquí". Le faltó emitir un ¡Je.Je!
Manejando datos recientes, nuestro país ha arrebatado al Reino Unido el liderazgo de la Unión Europea en lo que se refiere a la tasa de presos 100.000 habitantes, al alcanzar nuestra población reclusa la cifra de 67.000 internos, para una población de 45 millones de habitantes. De éstos, casi 22.000 presos son de nacionalidad extranjera, lo que supone un 33 ciento de las personas que se encuentran en prisión como preventivos o penados, sobre un centaje del 10/11 ciento de población extranjera que vive en nuestro país. Que nadie malinterprete este últo párrafo y si no es políticamente correcto, pues lo supros y no pasa nada.
España se enfrenta a un considerable hacinamiento de sus prisiones y como en el resto de Europa, se presta especial atención a las iniciativas de excarcelación de presos para descongestionar las atestadas cárceles. Todo ello en medio de una sensación de inseguridad que no desciende más bien al contrario, debido a la crisis económica y que obliga a nuestros políticos a enfrentarse con una situación que cada vez más amenaza con seguir los pasos de Estados Unidos.
Los estudios de futuro no son halagüeños, pero sí contradictorios y no solo que el mundo carcelario suponga una carga tante para los presupuestos de los estados, sino que éstos enseñan sus músculos legislativos cuando se trata de poner a los ciudadanos las reglas de un orden público cada vez más rígido y, como señalan los críticos del sistema, lo hacen bajo el estandarte de la ideología penal de la "tolerancia cero", nacida en los EE.UU.
Si como suele ocurrir, nos miramos todos en el espejo del vecino norteamericano para ver cómo puede ser nuestra sociedad en un futuro más o menos próxo, comprobaremos cómo la población reclusa en EEUU ha alcanzado todo un récord: uno de cada 100 ciudadanos está hoy entre rejas en la América de Obama. Es esta la prera vez en la historia que los EEUU superan esta barrera. En total, 2,3 millones de ciudadanos están en chirona. En comparación con la media de los países europeos, la cifra de EEUU es ocho veces mayor. ¿Pero es esta realmente la diferencia entre ellos y nosotros?
La cuestión que cabe plantear es si somos los europeos, en general, y los españoles, en particular, mejores, más buenos y más honorables y honestos que los norteamericanos o splemente formamos parte de sociedades más laxas, permisivas y contradictorias con las conductas delictivas contempladas en el ordenamiento jurídico. Aquí, en España, se puede ir al trullo robar una gallina, mientras delitos infinitamente más graves encuentran la complacencia no usar otro calificativo de jueces y magistrados.
El debate salta a la calle con frecuencia, sobre todo cuando se produce uno de esos delitos atroces que remueven las conciencias ciudadanas. Pasado el prer calentón, nuevamente nos ponemos estupendos, sacamos pecho y de damos a la húmeda para decir que a progres no nos gana nadie y que los culpables de que el delincuente delinca la tenemos nosotros mismos. ¡A mi, que me registren!
Esta esquizofrenia nos lleva, en ocasiones, al sainete. En tono menor y a modo de ilustración, resulta ridículo comprobar cómo mientras la actividad grafitera, penada y perseguida muchos ayuntamientos, permite al alcalde de turno pongamos que hablo de Madrid no solo convocar un concurso de grafiteros, sino entregar personalmente premios a los ganadores. ¡De aurora boreal!
O sobran leyes o falla su cumpliento. O splemente falta coherencia y eso en EEUU no ocurre.
Carlos Díaz Güell
Vicepresidente ejecutivo de Serfusión