En la Tierra a lunes, diciembre 23, 2024

LA COMPETENCIA MEDIATICA EN ENTREDICHO

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El sector mediático español no es muy diferente al de los países occidentales en donde cada vez son mas frecuentes los procesos de concentración y la conformación de los llamados grupos multedia.

 

Son variados los riesgos inherentes al propio proceso de concentración y no es el menor el que se conviertan en algo más que en controladores del poder político que, se supone, fue la razón praria de la aparición de los preros periódicos. El reciente escándalo del News of the World en pleno proceso de compra de Sky, es una referencia para no olvidar que es la consecuencia del gran tinglado mediático que ha sido capaz de crear Rupert Mudoch, en el que política, prensa y corrupción se confunden.

 

Las concentraciones de los medios de comunicación están sometidas al derecho común y al régen específico que garantiza el pluralismo informativo y en ese gran teatro, la defensa de la competencia es una actividad esencial para evitar los efectos indeseables para los ciudadanos que en este caso son algo más que consumidores.

 

Nadie puede poner en duda que las concentraciones tienen su parte positiva, aunque representan una amenaza clara para la competencia. Uno de ellos –quizá el más tante es el riesgo de exclusión de la competencia más débil, con lo que ello supone de amenaza al pluralismo informativo, que no deja de ser uno de los fundamentos de la democracia.

 

Dicho en otras palabras, los procesos de concentración de medios pueden llevar incoradas estrategias que representan una barrera de entrada infranqueable para nuevos competidores.

 

Hoy en España se están produciendo situaciones de perversión del mercado cuyo fin es la expulsión del mismo de una competencia que es la que nos asegura pluralismo de ideas y pluralidad de medios.

 

La fórmula: ejercer un control del mercado publicitario insotable para medios de comunicación que luchan la supervivencia o tratan de entrar a competir, en la medida en que los grandes conglomerados actúan como “cárteles” , fijan tarifas y ponen a la competencia al borde del abismo de la supervivencia.

 

Supuestamente, el organismo que debería velar la pureza de este mercado no es otro que la Comisión Nacional de la Competencia (CNC). Y digo supuestamente que a la CNC este tipo de asuntos le suele venir grande en la medida en que las actividades perseguibles de oficio son complicadas de demostrar o, al menos, son más complicadas de demostrar que otro tipo de actividades contra el libre mercado como pueda ser la fabricación de tornillos.

 

Así las cosas, alguien debería empezar a preocuparse de esta situación, que lo que parece claro es que cada vez son más los casos que demuestran palmariamente que el pluralismo en este sector es un factor a la baja, en decadencia.

 

Carlos Díaz Güell, es editor, profesor de la UCM y consultor de comunicación empresarial 

 

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