Perdóneme la Casa real, pero para los periodistas españoles el Príncipe siempre ha sido Joaquín Merino. Me llega la noticia de su muerte, y aunque uno no sea el mas sobresaliente de sus amigos y admiradores, quiero dejar constancia de su paso mi vida profesional, como la de otros muchos, destacando, sobre todo, su inmensa cultura gastronómica y literaria, su prestancia irrepetible y su dulzura de carácter, que para quienes no lo conocieran de antemano, les pactaba a prer golpe de vista. A mi me tocó tratarle en la radio y contratarle para uno de esos grandes espacios que él sabia llenar como nadie con sus conocientos y su voz inconfundible. Se nos ha ido a los 84 años y casi todos sus compañeros sentos una sana envidia la vida profesional que ha sabido vivir y trasladar a los lectores o los oyentes que seguían sus comentarios con auténtica devoción. Seguramente la novela con la que ganó el Café Gijon no será la mas leída de la historia. Pero estoy seguro que sus Guías sobre Londres en los años setenta las consultamos pobres y ricos con afán y pura necesidad vital. Los gastrónomos han perdido a un gran maestro y los periodistas un colega amable y sabio. Personalmente, se me ha ido inesperadamente una persona que me causó una admiración sin límite, que he podido mantener durante estos años y ahora, desgraciadamente, mantener en el recuerdo para siempre.
Manuel Fernando González
Editor y Director