Comparto la idea de algún que otro colega de que si la reforma judicial quiere merecerse la confianza de la ciudadanía, ha de ser completamente democrática. O sea, que a los integrantes del Consejo General los elijan todos las personas que trabajan en la Justicia española cada día. Lo demás, son fuegos de artificio, como lo siguen siendo la falta de elección directa de la Jefatura del Estado, las Presidencias del Gobierno y las Autonomias, los diputados y hasta los concejales de los Ayuntamientos. El elector español, como el resto de sus conciudadanos europeos, debe elegir él a su propio candidato y no otros, en listas abiertas peleadas sin tapujos, ni componendas. La Transición ¡Ay la Transición!, ha dado manga ancha a todas las escaseces democráticas que hoy padecemos, en nombre, eso si, de la reconciliación entre todos los españoles. Han pasado 34 años desde que aprobamos la Constitución de la concordia, y ya toca que los muertos de los que perdieron la guerra dejen su sueño indeseado en las cunetas y tras las vallas de los cementerios, que la figura del Jefe del Estado no responda ante ningún Tribunal, y también, cuando votas, no tengas que eleegir solo a unos señores o señoras de una lista cerrada, reelaborada profesionales del aparato y claro, como no, que los jueces, fiscales, funcionarios y hasta los abogados, que conocen mejor que nadie el ‘talante’ de los ‘elegibles’, ahora ‘designables’, al máxo órgano del poder judicial puedan poner sus nombres, si así lo desean, en una urna que ha de servir luego para mejorar substancialmente el funcionamiento de uno de los poderes fundamentales del Estado. Lo demás, es un apaño,para vacilar al personal, que suena además raro, sobre todo si se anuncia a horas intempestivas y se le comunica en pricia mundial a un conocido periodista, que lo único que busca, es notoriedad y seguir diciéndole al PP como tiene que gobernar. Como la joven Vicepresidenta le haga el mismo caso que, en los últos años, le hizo Zapatero al personaje de los tirantes, le auguro, muy a mi pesar, una legislatura tirando a catastrófica. Lo del pago de las tasas judiciales del Ministro Gallardón, también conocida hoy, merece un artículo aparte que falta de espacio dejaremos para mejor ocasión.
Manuel Fernando González
Editor y Director
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