La patronal de la industria farmacéutica ‘enclaustra’ a un grupo de periodistas sanitarios para la celebración de su IX seminario con los profesionales de los medios de comunicación en un antiguo convento de la ciudad castellanomanchega de Almagro.
Momentos de austeridad son los que vivos en estos tiempos. Y la industria farmacéutica no es ajena a ellos. Farmaindustria se ha reconciliado con las antiguas formas y jura ante los periodistas del sector sanitario los votos de obediencia, pobreza y castidad. Para su ‘reconversión’, la patronal de la industria de fármacos innovadores ha elegido el Convento de Santa Catalina, residencia de la Orden de los Franciscanos Descalzos hasta el siglo XIX y que era conocido en la España Medieval albergar a la orden más severa del lugar. Hoy ese antiguo convento es conocido como el ‘Parador de la Santa Pobreza y el Sagrado Regocijo’.
Almagro fue tierra de la reconquista, quizá ello Farmaindustria ha elegido este escenario para comenzar su particular cruzada y recuperar el beneplácito de los gobernantes de la nueva corte populista. Y para empezar, ha querido demostrar a los juglares del momento, nosotros, los periodistas que tiene la firme convicción de contribuir a la austeridad y buenas formas perantes en estos tiempos de crisis. Quizá ello también, dentro de poco la patronal abandonará sus aposentos ‘serranos’ y buscará un espacio con menos artificiosidad.
A la llegada a uno de los seminarios para periodistas del sector salud con más trayectoria, aguardaban a la veintena de seminaristas unas acogedoras celdas para su regocijo y descanso tras un viaje desde la capital del reino. Una visita guiada los lugares más emblemáticos de la ciudad de Almagro y una pequeña visita al corral de comedias sirvieron para hacer estómago. Las berenjenas, y sus múltiples variedades aparecieron en la cena y posteriores festines acompañadas de las ‘patatas a lo pobre’, especialidades culinarias que aparecieron tanto en el conocido mesón de la ciudad ‘El Corregidor’, como en el convento. También, aunque con mucho decoro, disfrutaron los seminaristas de la aloja, muy propia de estas tierras.
A la mañana siguiente con los preros rayos de sol los seminaristas fueron congregados en el refectorio para un contundente desayuno y comenzar el ‘laboro’. El presidente de Farmaindustria, en su papel de abad, promulgó el prer sermón de la jornada. Y tan evangelizadoras fueron sus palabras que en menos de lo que canta un gallo, su discurso ya era promulgado los principales juglares del reino en forma de titulares controvertidos. En torno al mediodía disfrutamos de un pequeño refrigerio envuelto en salmos. Y la tarde, aunque con algunas bajas de seminaristas suponemos que se dedicaron al rezo en alguna de las capillas, concluyó la jornada.
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