Hoy ya no tengo más remedio que hablar de Andalucía, mi tierra natal, o mejor dicho de “lo de Andalucía”. Porque hay que dejar bien claro desde el principio que una cosa es Andalucía, otra los andaluces y otra bien distinta lo que los socialistas han hecho con Andalucía. Que Andalucía es una tierra maravillosa y tan rica como la que más de España es un hecho (según los entendidos sería la comunidad que podría subsistir independiente de España que tiene de todo). Que los andaluces son diferentes y muy especiales es otro hecho. El andaluz vive y ha vivido siempre en la Cultura de la Alegría y en la del Míno Esfuerzo (ya lo dijo Ortega, el andaluz es el hombre más feliz de la tierra que sólo trabaja lo justo para vivir bien). Para los andaluces no existe eso que ahora llaman (ayer mismo el empresario Juan Roig, Presidente de Mercadona) “Cultura del Esfuerzo y el Trabajo”, salvo que se vayan temalmente a cualquier país de la Unión Europea, pues en esos casos trabajan más y mejor que nadie. ¿Y qué es la Cultura de la Alegría?, está claro, tomar unas copitas de fino en la taberna del barrio al mediodía, saber tocar la guitarra, las castañuelas y el tambor; saber bailar sevillanas, taconear en un tablao, el flamenco, las Ferias, bailar a los Santos las calles y al son de las palmas y de las saetas, disfrutar de los puentes, los toros y …
Les voy a contar una anécdota que define muy bien al andaluz. Conocí en Sevilla a un joven de treinta y pocos años que regentaba un kiosco de prensa y el “modus operandi” del individuo era ciertamente curioso. Nunca tenía un horario fijo, unas veces cerraba a las doce de la mañana y otras permanecía en el kiosco abierto hasta la diez de la noche.
Un día le pregunté ese raro sistema de ventas y me contestó sin alterarse y casi riéndose:
Pues mire, lo mío es muy sencillo, yo necesito para vivir bien 12.000 pesetas diarias (no había llegado todavía el euro) y en cuanto las tengo en el bolsillo echo el cierre y me voy a vivir la vida. Si eso sucede a las doce de las mañana, pues a las doce cierro, pero hay días que las “pelas” se resisten y entonces me estoy hasta la diez de la noche si es preciso.
Este es el andaluz, aunque como en todas las reglas haya excepciones.
Ahora vayamos con lo de “los socialistas andaluces” y para no caer en argumentos filosóficos les voy a contar algo que a mí me contó mi padre.
Corría el mes de febrero de 1936 y habían ganado las elecciones el Frente Popular. Como se sabe aquella misma jornada cayó el Gobierno legíto de centroderecha y entró un Gobierno de Izquierdas que presidieron Manuel Azaña y los socialistas radicales de Largo Caballero.
Pues bien, eso mismo sucedió en nuestro pueblo. Pero los nuestros fueron más lejos y tras conocer el resultado de las urnas se reunieron en la Casa del Pueblo los líderes de las Izquierdas y lo prero que decidieron fue quitarles los cortijos a los señoritos y repartirlos entre los jornaleros.
Un grupo de aquellos se dirigió inmediatamente a tomar posesión del que les había tocado en suerte. Pero al llegar a éste se encontraron con algo que no esperaban. Porque allí, sentado al fresco de la tarde (ya era casi de noche), estaba el SeñoritoPropietario y al verlos llegar se levantó y entre ellos se produjo más o menos este diálogo:
Hombre, ¿qué hacéis vosotros aquí?, ¿qué se os ha perdido a estas horas de la tarde?
Pué ya vé, don Paco, que venos a incoautarnos del cortijo.
Coño, ¿y eso?
Pué, que aquí se han acabao la propiea privá y los casiques, que los cortijos se han repartío y éste no ha tocao a nosotros.
Coño, ¿y eso quien lo ha decidido?
Pué, las nuevas autoriás der puebro, que somos los de las izquierdas.
Hombre, eso no está mal, pero esperad aquí 5 minutos, que entro a las escrituras y mis cosas y os dejo el cortijo.
¡Eso está bien pensao, don Paco, que si no usté y los sullos lo iban a pasá mal.
Y don Paco, dicho y hecho. Entró en la casa y a los pocos minutos salió. Pero no con las escrituras, sino con una escopeta y acompañado del casero y de sus hijos y sin pensarlo dos veces se echó la escopeta al hombro y mientras disparaba los dos cartuchos le dio tiempo a decir: “Pues, aquí tenéis las escrituras”
Y aquello fue ya una tragedia, ya que dos de los cinco individuos que formaban el grupo cayeron al suelo fulminados los disparos y los otros tres salieron corriendo como liebres y gritando.
Todavía a don Paco, el CaciquePropietario, le dio tiempo a decir: “Decídselo a vuestros jefecillos, que este es mi cortijo y que el que lo quiera tendrá que pasar enca de mi cadáver. MI CORTIJO ES MIO”.
Así termino aquella jornada. Después, y ya en los preros días de la Guerra Civil, la tragedia tuvo un segundo acto, y hasta un tercero. Pero, de lo que sucedió entonces les hablaré otro día.
Pues bien señores, esto es lo que ha pasado y está pasando en Andalucía desde que en 1979 llegaron al poder los socialistas, que creyeron que el cortijo ya era suyo y que en su cortijo ellos podían hacer los que les diera la gana. Y eso explica mejor que nada lo que ha sucedido con los ERES, la IDEA, la INVERCARIA y el desvío de los Fondos Públicos a los militantes del PSOEA (desde Escudero y Rodríguez de la Borbolla y más con Chaves y Griñan) y sus familiares. Es su cortijo y en su cortijo mandan ellos.
Tal vez ello, lo defienden con uñas y dientes y será difícil echarlos, aunque las urnas le den la espalda el próxo día 25 de marzo.
AVERROES