La retera de guerra Mayte Carrasco recibió el miércoles 18 de abril el Premio Internacional de Periodismo 2011 en la categoría de mejor corresponsal o enviado especial español en el exterior. El galardón reconoce la labor de la periodista en zonas de conflicto como el Cáucaso (Chechenia, Georgia), Asia Central (Afganistán) y África (Magreb, Sahel). La profesional ha regresado hace poco de Siria y acaba de presentar la novela La Kamikaze, que narra la historia de Yulia, una retera de guerra que decide viajar a Afganistán.
En La Kamikaze utilizas el personaje ficticio de Yulia para denunciar las que defines como ‘las cloacas’ de Afganistán ¿La opinión pública desconoce aún los entresijos de esta guerra?
El esfuerzo del libro es acercar a los lectores al mundo Afganistán y a las tres décadas de guerra de ese país a través de la literatura. El libro no intenta ser un ensayo periodístico sobre el país, sino que a través de la ficción, con personajes como Yulia que es una retera freelance española, y otros personajes españoles como soldados, o el embajador, o los espías del CNI, trata de acercar al espectador a ese Afganistán que conocemos poco. Lo contamos en las noticias, estamos acostumbrados a ver la guerra en treinta segundos de informativos, en cortas noticias donde sólo hablamos del atentado y no profundizamos en las causas, en el contexto, o en otras cosas que ocurren más allá de la violencia.
Dices que no tienes nada que ver con el personaje de Yulia, pero ¿Alguna vez has sentido su frustración?
Lo único que compartos Yulia y yo es que ambas somos reteras freelance, pero sí que hay mucha gente de su generación que se puede sentir identificada con ella que sufre esa inestabilidad emocional y laboral que sufre mucha gente entre los 30 y los 40 años. Sí que transmite la falta de valores del mundo del que viene Yulia, un mundo en el que todo es fácil, donde tenemos una calidad de vida y no nos damos cuenta de lo que realmente vale. Le hemos dado demasiada tancia al dinero, a los mercados, a comprarte el últo modelo de coche, tener una hipoteca… y no tenemos en cuenta que lo más tante son cosas como valores que estamos perdiendo, entre ellos la tolerancia, la solidaridad, la familia, la humanidad…
¿Qué siente un periodista cuando ve cómo los medios recortan en corresponsales e invierten en pagar exclusivas a los famosos de turno?
En eso estoy con Vargas Llosa, que dijo en la entrega del premio del Club Internacional de Prensa (CIP) que no todo periodismo es elogiable. Hay un tipo de periodismo que tenemos que combatir, el que urga en los asuntos personales y en contar las desgracias de los demás como cotilleo. Hemos olvidado las tres funciones de la televisión, que son informar, formar y entretener, y lo único que estamos haciendo ahora es entretener. Carmen Enriquez (Presidenta del CIP) también habló de esto, destacó que las noticias no tienen que ser divertidas, últamente nos centramos solo en la anécdota.
¿Es el trabajo de corresponsal un trabajo en peligro de extinción?
La figura del corresponsal y del enviado especial está en vías de extinción con la crisis, que es una excusa, que sí que hay dinero para otro tipo de contenidos y está muy mal pagado el reterismo de antes. Lo que antes se hacía que era viajar a una guerra con todo un equipo, con una cobertura detrás también en cuestiones de seguridad, está desapareciendo. Es una pena que solo los periodistas freelance en estos momentos tenemos la libertad para poder viajar al terreno y contar las cosas que ocurren en los conflictos olvidados, como cuando estuve en Chechenia, o como Gervasio Sánchez, que cuenta lo que sucede en los Balcanes tantos años después, u otros compañeros que están en África o en otros lugares olvidados donde no se envía un equipo, que ahora solo se envía un equipo para el ‘breaking news’, para la últa noticia, cuando hay un estallido bélico. Pero nos olvidamos de todo el ciclo de los conflictos, del momento de la crisis antes de que estalle y luego de la reconstrucción y la negociación. Da la sensación de que un conflicto ha estallado sin más, sin causas.
La pravera árabe ha sido el gran aconteciento del año 2011 pero ¿Se ha apartado demasiado pronto el foco de esos países?
Yo creo que ahora mismo no estamos siguiendo lo que está pasando. En el caso de Egipto sólo cuando ocurre algo como lo que pasó en el estadio de fútbol, donde murió mucha gente, pero no contamos que los militares han secuestrado la revolución allí. Siempre digo que cada revolución es distinta de otra, en el caso de los países árabes hacemos silitudes entre ellos y son muy diferentes. No hemos contado que Túnez ha sido un gran éxito y que Libia necesita una reconciliación, aquí tampoco fue fácil la transición, no podemos mirarles enca y pensar que ha fracasado la revolución. Hay que darles tiempo.
Has sido la única retera española en Siria ¿Por qué los medios no se han volcado en este conflicto? ¿Por qué tampoco lo ha hecho la comunidad internacional?
Me llamó mucho la atención que las grandes cadenas no enviaran equipos allí, aunque también fue cuestiones de seguridad, no era fácil acceder, había que entrar de forma clandestina, era arriesgado, pero todas las guerras lo son. Me ha sorprendido que no hubiera más medios que hubieran cubierto la guerra el lado de Homs, que hubieran entrado de forma clandestina. Ahora mismo no hay periodistas occidentales cubriendo lo que está pasando en Siria y la comunidad internacional también ha abandonado a su suerte al país. Lo que está haciendo la ONU con el plan de paz es splemente salvar la cara que en realidad no quieren que Bashar elAsad se vaya, que no lo han pedido en el plan. Desde mi punto de vista ha dejado que hayan muerto en un año 9.000 personas y en estos momentos los esfuerzos son mínos.
Has sido galardonada con el premio internacional de periodismo 2011 ¿Qué se siente?
Me siento muy honrada, y más cuando eres freelance, que no estás acostumbrada a que nadie te apoye y te de palmaditas en la espalda, que siempre trabajamos solos. Ayer (el miércoles), estando junto a Vargas Llosa y a John Lee Anderson, dos ídolos para mí a los que regale mi novela, no cabía en mi de alegría. Cuando Vargas Llosa me dijo que había visto mi trabajo y le había gustado no puedo describir con palabras lo que sentí… Es como una montaña rusa emocional desde que llegue de Siria, son esos sentientos encontrados de la tristeza e potencia que siento al venir de allí, y luego la alegría de recibir los premios y el reconociento aquí.
Seguiremos informando…