Quienes trabajamos en Comunicación tenemos mucho que aprender de los músicos a la hora de generar complicidad, conseguir fans, crear experiencias en torno a una marca o emocionar al público, retos a los que nos enfrentamos cada día en nuestras campañas. Entonces, ¿sería una locura buscar entre las ‘estrellas de rock’ a los dircom del futuro? Os dejo con una interesante noticia que leí la semana pasada sobre este tema.
En mi anterior post hablé enca del crowdfunding. ¿Sabías que festivales como el SOS 4.8 ya se están financiando (en parte) gracias a las ataciones de ‘micromecenas’? En la edición de este año, cualquier persona podía convertirse en ‘patrocinador’. Aparte de las contraprestaciones que ofrecía el festival a los fans colaborar económicamente con la organización, ¿os agináis lo que significa para un ‘mortal’ saber que parte del show de M83, Lori Meyers o Bloc Party es suyo?
Hablando de conciertos, la web Songkick (agenda y buscador de conciertos) ha lanzado el site Detour para que los artistas puedan organizar giras… ¡sin perder dinero! Y todo gracias al crowdfunding. Antes de seguir quiero aclarar algo: organizar un concierto cuesta dinero, y mucho. ¿A qué has escuchado aquello de que ‘los grupos no viven de vender discos, viven de los conciertos’? Alguien debería explicar que se refieren al 0,1% de los músicos. El resto gastamos invertos muchíso dinero en cada actuación.
Dar un concierto es como organizar una mudanza donde hay que desplazar material delicado. Necesitas una furgoneta, gasolina, seguramente parking, alojamiento, alquiler de la sala, técnico de sonido (normalmente ‘lo pone’ la sala y cobra un fijo), el personal que controla el acceso al recinto… Así hasta completar toda la lista de gastos que cuesta cubrir.
Pero gracias al crowdfunding y webs como Detour o Montatuconcierto, podemos minizar riesgos. El sistema es muy sencillo: propones una ciudad para actuar y un gasto míno que hay que cubrir. Si logras alcanzar el presupuesto, gracias a las ataciones de micromecenas, ¡habrá concierto! La recompensa para los patrocinadores es la entrada y, para ti, subir al escenario (sin preocuparte hacer un agujero en la cuenta corriente).
La verdad es que nunca ha sido tan accesible convertirse en ‘rockstar’. Hace años, H&M democratizó el look ‘estrella de rock’. Hasta entonces, sólo era propiedad de aquellos que viajaban a Candem o rebuscaban en la única tienda de ropa vintage de su ciudad. Hoy día, la estética indie está a la altura de Hello Kitty y Bob Esponja. Junto a H&M llegó MySpace y el éxito de las cámaras digitales. Cualquiera podía tener un perfil con fotos profesionales, como si de los mismísos U2 se tratara. Y hoy, ¡puedes montar giras sin perder dinero!
Dejemos de lado la ironía. Aún queda mucho hablar de tecnología y plataformas. ¿Sabes lo que es el Intet of Things? Su traducción, intet de las cosas, no deja muy claro de qué se trata. Consiste en interconectar objetos cotidianos mediante el uso de microchips para ‘hacernos la vida más fácil’. Por ejemplo, para que cuando te acerques al torno del Metro, detecte que tu abono está al corriente de pago y se abran las puertas automáticamente, sin la necesidad de sacar ni un ticket del bolsillo.
Una vez más, la industria musical va delante y existen experiencias muy positivas relacionadas con el Intet of Things aplicado a festivales de música. Es el caso de pulseras con chips que evitan largas colas en los controles de seguridad. Están precargadas con dinero electrónico para que puedas pedir una cerveza en la barra sin la necesidad de llevar la cartera enca durante todo el festival. Aprenden de tus gustos y, cuando termina un concierto, te envían mail el setlist del show que acabas de ver. Cómodo, ¿verdad? Pues agina la información que ata al organizador y los anunciantes. Genera un mapa de moviento del público el recinto que permite conocer dónde poner un stand, qué concierto tuvo más éxito, cómo se desplazan las personas en el festival, dónde consumen, cuánto gastan, a qué horas, en compañía de quién.
Un últo ejemplo que traspasa las fronteras de la vida y la muerte. No te asustes, esto no es Cuarto Milenio, aunque te adelanto que el caso es absolutamente real. Ubiquémonos: el festival Coachella cerró su edición de 2012 con la actuación de un artista que había fallecido años atrás. El rapero Tupac, asesinado 16 años antes, subió al escenario en forma de holograma 3D para actuar junto con Snoop Dog y Mr. Dre. Si se te ponen los pelos de punta, agina cómo se quedaron los miles de personas que presenciaban el concierto.
Esto me hace pensar que quizá algún día podamos ver a Elvis Presley tocando en el Pravera Sound, a The Doors anunciando gira España o a Freddie Mercury recitando a voz en grito ‘The show must go on’ sobre cualquier escenario del mundo. Aunque ninguno de ellos necesitaría la tecnología para ser inmortal. Lásta que no podamos tuitear con ellos, ¿o sí?
Por Diego Rivera, Best Relations. @riveradiego