Ángela Rubio, Directora del Área de Salud de Torres y Carrera opina sobre la disión de Alberto Geno al frente del gabinete de prensa del Ministerio del Interior.
Decía un amigo que la disión siempre ha tenido muy buena literatura pero muy mala prensa. Nos sorprende la rapidez con la que diten representantes políticos y empresariales de otros países pero en España ditir y asumir responsabilidades se ha convertido en algo silar a un fenómeno paranormal del que todo el mundo habla pero nadie lo ha visto con sus propios ojos.
Sin embargo, hace unos días causaba gran sorpresa la noticia de la disión del periodista Alberto Geno de su puesto de director de comunicación del Ministerio de Interior la difusión desde su departamento de una información antes de que se produjeran los hechos. En dicho comunicado se anunciaban varias detenciones que todavía no se habían realizado. Media hora después de la difusión de este prer texto, el mismo departamento de comunicación emitía una nueva nota anulando la información facilitada anteriormente. Obviamente era demasiado tarde y los medios de comunicación ya se habían hecho eco de la noticia. Como consecuencia, Geno ponía su cargo a disposición del titular de Interior, Jorge Fernández Díaz, y asumía como máxo responsable lo que el Ministerio ha calificado de “error humano”.
No nos compete a nosotros buscar responsabilidades políticas o penales de este caso y vaya delante que considero la disión de Geno un ejercicio de valentía y responsabilidad, pero sí podemos analizar los hechos desde el más absoluto respeto hacia su gestión en la cartera de Interior y su trayectoria profesional en La Vanguardia.
Los profesionales de la comunicación sabemos que la gestión de la información en cualquier institución o empresa es un aspecto clave que influye directamente en la reputación corativa. Y ello venos reivindicando que el director de comunicación tenga un mayor peso en el organigrama , forme parte del comité de dirección, comisión ejecutiva o consejo donde se decida la estrategia de la empresa, trabaje en coordinación con el resto de departamentos y pueda tener acceso a la información más sensible de la compañía o institución para que el desempeño de su trabajo no se lite a la mera difusión de comunicados de prensa.
Volviendo al caso que nos ocupa, podríamos pensar que el “error” del departamento de comunicación de Interior ha obedecido al interés de que la noticia ocupara un espacio preeminente en los informativos y de esta forma lograr el máxo pacto mediático de un tema muy sensible para la sociedad y el devenir de la política española. Quizás si el máxo responsable de este departamento hubiera formado parte del comité o dispositivo que ha coordinado esta operación, si hubiera estado al tanto minuto a minuto de las investigaciones y de las gestiones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado hoy no estaríamos aquí. Mientras tanto, solo nos queda matar al mensajero y dar finiquitada la polémica.