Casi coincidiendo con la nota en la que el Colegio de Médicos de Francia anunciaba la expulsión del nutricionista Pierre Dukan, autor de la tan peligrosa como insalubre dieta que lleva su nombre y que ha hecho furor en los últos años, Google daba a conocer el listado de las diez dietas más buscadas los internautas en la red de redes.
Esta vez, frente a los grandes dislates de otros años, en el top ten, la dieta mediterránea, la más sana y saludable a juicio de los expertos y reconocida UNESCO como parte del Patronio Cultural Inmaterial de la Humanidad, al menos ocupa un honroso tercer lugar entre las más buscadas.
El resto, naturalmente y como no podía ser menos, sigue moviéndose entre la superstición y el delirio.
A la cabeza de la clasificación, y en clara sbología de donde va el avance de la especie, figura la paleodieta, dieta paleolítica o dieta del hombre de las cavernas, una propuesta que se orienta hacia los supuestos menús de los pritivos cazadoresrecolectores, a base de plantas silvestres y anales salvajes o lo que hoy se suponen sus sucedáneos, para que el seguidor no tenga que pastar en los campos en competencia con las vacas ni matar hipopótamos en los zoológicos. Nada que decir respecto a la sustancial vertiente carroñera de los hombres de las cavernas o la sabana; menos aún de la infinita diversidad de dietas de la época, siempre estrictamente condicionadas el paisaje, que basculaban desde las profundamente apegadas a los tubérculos, como ocurría en el centro semidesértico africano, a la casi monodieta de ca y grasa de foca que practicaban los inuits del extremo norte de Europa, pasando en el entremedias las culturas concheras a base de moluscos y bivalvos, como fue el caso del actual oriente asturiano.
La segunda de las dietas que más atraen a la muchachada internauta es la llamada Juice Cleanse, propuesta el médico norteamericano Stephen Blauer, en todas partes cuecen dukans, que consiste en tomar ingentes cantidades de zumos de frutas y verduras recién expridos, que así se garantiza, según el mentor de la tontuna, una abundante hidratación y un máxo de vitaminas y minerales. Respecto a la demanda diaria del organismo en cuanto a proteínas y ácidos grasos, sin ir más lejos, se corre un estúpido velo, quizá que se considera que eso sería liar mucho la cosa.
Tras el descanso reparador en el tercer piso, donde, como se dijo, vive casi de prestado la dieta mediterránea, se llega al cuarto donde habita ese antiguo mejunje a base de zumo de lón, jarabe de arce y pienta de cayena, que, además de no servir a fin alguno, suele provocar retortijones y fuertes jaquecas.
El resto, hasta diez, más de lo mismo y la misma estúpida filosofía de que es posible engañar al organismo y torcer las rutas de su fisiología y metabolismo. Con su no pan se lo coman, pero intentando recordar que quien escupe al cielo suele acabar con el lapo en la cara.
Miguel Ángel Almodóvar, sociólogo, investigador, periodista, divulgador especializado en nutrición y gastronomía. Consulta sus publicaciones en La Fórmula Almodóvar.