Definitivamente, Mario Draghi ha convertido la comunicación en la herramienta prescindible para que la política monetaria del Banco Central Europeo (BCE) cobre todo su sentido sin necesidad de adoptar medida alguna. En un nuevo ejercicio de malabarismo verbal, el BCE y su presidente lograban de nuevo satisfacer a los mercados sin anunciar una sola medida de política monetaria.
Por sexto mes consecutivo, Mario Draghi recurría a las palabras en lugar de las acciones, aunque eso empieza a no gustar a algunos analistas que llevan meses esperando una acción del BCE.
Desde que pronunciara su famosa y exitosa sentenciadictamen para cortar la especulación y desconfianza de los mercados para con el euro ‘haremos lo que sea necesario para garantizar la continuidad del euro; y, créanme, será suficiente’ hasta hoy, el italiano ha convertido las ruedas de prensa mensuales posteriores a las conocidas reuniones de tipos del Consejo de Gobierno en un auténtico espectáculo de prestidigitación verbal para enfado de sus clásicos exegetas que solían interpretar los crípticos menajes del presidente del BCE y que han tenido que ponerse al día. Desde entonces hasta ahora, la capacidad comunicacional de Draghi ha seguido evolucionando hasta el extremo de que ha seguido dando pasos en ese campo hasta que en julio del pasado año asumía el compromiso de mantener tipos e incluso bajarlos, lo que permitió a más de uno calificar de ‘trader’ al presidente italiano, sin valorar suficientemente que lo que Draghi hacía era lo mismo que ahora: ganar tiempo para que la Unión Económica y Monetaria (UEM) terminara de hacer sus deberes y para que Alemania decidiera el futuro de su canciller, Merkel, tras lo cual se tendrán que ver trascendentales pasos en relación con la Unión Bancaria y con la mutualización de la deuda.
Draghi volvía a marcar una línea divisoria entre el ayer y el mañana, ya que el máxo responsable de la política monetaria de la zona euro había dado el salto de pasar de una posición de no compromiso para movientos de tipos futuros a dar visibilidad de sus posibles pasos a futuro.
Con anterioridad a la últa reunión del Consejo de Gobierno, los analistas barajaban la posibilidad de que el BCE se litara a la puesta en marcha de alguna medida no convencional que le permitiera responder a las presiones recibidas para hacer más expansiva su política monetaria, debido a que la inflación permanece en niveles inferiores a sus objetivos y la apreciación del euro es un riesgo para la recuperación europea, aunque muchos pronosticaron que había mayor margen para la decepción que para la sorpresa positiva, lo que la acogida del mercado sería fría y las bolsas cerrarían con un saldo lateral o incluso una leve toma de beneficios.
A la vista de la buena reacción de las bolsas y la caída de los tipos en el secundario, los analistas se habían vuelto a equivocar que los mercados habían vuelto a comprar las palabras de Draghi, aunque para conseguir esa deseada reacción, Draghi no tuvo que adoptar medida alguna de política monetaria, dejando intacta la munición que le quedaba, y splemente dejaba caer que en la reunión de junio sí podía ser el momento de tomar medidas.
Algunos analistas y observadores empiezan a considerar que la política de comunicación de Draghi tiene riegos y uno de ellos es el que queda reflejado en la fábula del lobo y el pastor y que el mercado puede terminar no creerse las promesa del presidente del BCE y en ese sentido van dirigidas las dudas que reflejan algunos analistas sobre la posibilidad de que Draghi recorte tipos en junio la principal apuesta del consenso pasa ahora un ligero recorte de los tipos refi y depo; decisión que parece clara, pero que nadie da hecho, ya que al final la decisión seguirá dependiendo de los números y entre esta reunión y la próxa se conocerán datos del PIB del prer trestre en la UEM, y más datos de IPC, que junto con la evolución del euro y la situación de Ucrania, inclinaran la balanza hacia uno u otro lado.
Con todo, El BCE y Draghi mantienen intactos los principios de comunicación que alumbraron el naciento del organismo con sede en Fráncfort y con ello su credibilidad que es su mayor fuerza: transparencia, autodisciplina, predictabilidad.
Por eso, en el medido comunicado posterior al Consejo de Gobierno, en donde Draghi pronunció otra frase para la historia: ‘hay consenso en no estar satisfechos con el camino proyectado para la inflación en la zona euro, con no resignarse’, el italiano se guardaba un comodín al dejar constancia de que necesitaría ver en su momento las proyecciones macro para tomar decisión. El término QE (quantitative easing o programa de compra de activos), su parte, no era mencionado ni una sola vez ni en el comunicado ni en las valoraciones de Draghi ante los periodistas, a la vez que admitía que el Consejo había analizado el uso de ‘todos los instrumentos’ y que había ‘consenso en no estar resignado a esta baja inflación’.
Carlos DíazGüell es editor de www.tendenciasdeldinero.com, publicación on line de distribución restringida y editor de innovaspain.com