prnoticias viaja a la ‘Tierra de la Avena’ para conocer cuál es el origen de los productos de A-Derma, una firma del grupo Pierre Fabre nacida en 1982 con el objetivo de inaugurar una nueva era dentro de la avena dermoactiva y la dermatología vegetal. En ella, el farmacéutico Pierre Fabre y sus colaboradores se ponen manos a la obra para estudiar durante años las 26.000 variedades de avena existentes (de las cuales 180 se pueden cultivar en Francia). Hasta llegar a la avena Rhealba, blanca y pura, adaptada al clima de la zona, a la tierra, al modo de cultivo ecológico implantado por A-Derma y, según la compañía, la que más alta dosis de principios activos contiene. Y son precisamente esos principios activos los que conforman la base de los productos de la firma, muy valorados en pieles sensibles gracias a sus propiedades antiinflamatorias y calmantes, reequilibrantes y reparadoras de la epidermis. Resulta curioso que esta variedad de avena llegó a estar en peligro de extinción, pero gracias a Pierre Fabre ya no se encuentra amenazada.
Tras este descubrimiento, es entre 1993 y 1994 cuando A-Derma lanza sus primeros productos basados en estos principios activos de la avena Rhealba: los cuidados SOS Epitheliale y Dermalibour y la crema Exomega a la Leche de Avena, que contiene ácidos grasos omega 6. Se trata de la primera vez en la que un tratamiento incorpora extractos vegetales de plantas para el cuidado de la piel atópica. Desde entonces, los laboratorios de Pierre Fabre y A-Derma no han dejado de investigar ‘para crear productos que ayuden a mejorar los diferentes tipos de pieles sensibles que existen’.
Por eso, en 2009 estos investigadores descubren que las plántulas de esta variedad de avena son las que más alta concentración de principios activos contienen. En 2012 crean cuidados emolientes estériles sin conservantes para ofrecer una mayor protección a la piel más frágil y atópica, entre otras muchas novedades. Y esto se consigue gracias a la inversión en I+D del grupo, por lo que hay que apuntar que el 17% de sus beneficios se dedica a la investigación en medicamentos (oncología, etc.) y otro 7% a dermocosmética. Además, en la compañía aseguran que el objetivo a cinco años es crear 28 nuevas fórmulas, captar siete nuevos países, lograr tres nuevas patentes y tres nuevos segmentos terapéuticos gracias a esta inversión en investigación y desarrollo.
La Tierra de la Avena
Para conseguir estos principios activos esenciales necesarios para la elaboración de los productos de A-Derma, Pierre Fabre cuenta con unas 20 hectáreas de terreno en los campos del valle de Tarn, alrededor de la ciudad de Castres, en el sudoeste de Francia. Una tierra propicia para el crecimiento de los brotes jóvenes de la avena Rhealba y de las semillas propias de esta especie, donde se realizan cultivos biológicos y responsables. Allí, a través de una técnica similar a la que se utiliza para la medición de la calidad de las uvas destinadas a elaborar champán, los expertos de A-Derma determinan el momento justo del crecimiento de la plántula, aquel en el que más principios activos y de más calidad pueden extraerse. Normalmente suele ser a las doce semanas de vida y, en cuanto se recolectan, estas plántulas de avena Rhealba se deben trabajar en los 60/120 minutos posteriores para que conserven todos sus activos. Además, en esos mismos campos las abejas cumplen un papel fundamental. Por eso Pierre Fabre cuenta con colmenas in situ que representan un indicador que controla la biodiversidad de las tierras de la firma.
Tras la recolección y el secado llega la extracción de esos valiosos activos vegetales de la avena, que se realiza en Gaillac en un radio de 22 kilómetros, lo que limita la contaminación. Además, los restos de avena que quedan se utilizan para proporcionar energía a la planta de Soual, que utiliza una caldera biomasa. En esta planta se crea el producto y se procede al envasado de algunos productos del grupo, incluidos los de A-Derma. Muy cerca se encuentra la sede dermocosmética de Pierre Fabre, ‘Les Cauquillous’, creada teniendo en cuenta el respeto por la naturaleza que caracteriza al grupo francés.
La formación, uno de los pilares de Pierre Fabre
En este viaje, que incluía a un grupo de periodistas, farmacéuticos y auxiliares, la compañía también ha apostado por la formación de estos profesionales, que pudieron comprobar de primera mano cómo es todo el proceso de creación de producto, desde el cultivo de sus principios activos hasta la planta de producción y envasado, etc. Además, recibieron un taller de marketing en el punto de venta, cuyo objetivo no era otro que el de ‘acercar la visión de los consumidores a la de los farmacéuticos gracias al marketing, por eso intentamos optimizar todo lo que sucede en el punto de venta’, aseguran desde la compañía.
Tampoco hay que olvidar el Club Pharmaweb, creado por Pierre Fabre para farmacéuticos, y el Club Dermaweb para dermatólogos. Todos los presentes conocieron estas dos herramientas de formación e información que el grupo ofrece a estos profesionales para aportar un valor añadido a su trabajo. En el caso de los farmacéuticos, este punto de encuentro de conocimiento cuenta con unas 75 fichas actualizadas de forma continua de patologías dermatológicas diferentes con sus síntomas, consejos y contenido puramente dermatológico. Además, presenta consejos y recomendaciones para los clientes, así como fichas de expertos con un contenido más científico.
RSC, fundamentales en la filosofía de la marca
El 86% de Pierre Fabre pertenece a su fundación, cuyos beneficios se destinan a fines benéficos. Además, la Responsabilidad Social Corporativa (RSC) es parte importante de esta compañía, que practica el comercio justo con países como Marruecos o Senegal e invierte una parte de los ingresos obtenidos por ciertos productos en una barrera vegetal en África, con el objetivo de evitar el avance de la desertización en este continente.