México se encuentra en el puesto número 148 de libertad de prensa según un informe de 2015 de Reporteros sin fronteras. Sólo en lo que va de 2015 41 periodistas recurrieron al Gobierno para que los proteja. El índice de impunidad llega, sin embargo, al 81%. Desde 2012 la secretaría de Gobernación (Segob) ha atendido 172 solicitudes de periodistas para obtener esta ayuda. Los últimos casos de asesinatos a periodistas o a desaparición de disidentes políticos ha puesto en mira a nivel internacional la relación entre algunos políticos y policía con bandas de narcotráfico. Sin embargo, a nivel interno las respuestas a estos abusos comienzan a ser menor debido al agotamiento del pueblo mejicano, cuenta una periodista española que ha estado trabajando en ese país: Sara Pedrola.
Hace un año desaparecían 43 estudiantes de la ciudad mexicana Iguala que asistían a una escuela normalista, aquella gratuita pero “muy politizadas”, cuenta la periodista. Se dirigían hacia la ciudad de Iguala en varios autobuses, ubicada a poco más de 100 km de distancia de la escuela Normal Rural de Ayotzinapa, cuando desaparecieron todos, hecho que sumió al país en una grave crisis social. Al respecto la profesional cuenta: “la versión oficial que dio el Gobierno fue y sigue siendo insostenible. Primero intentaron hacernos creer que era un enfrentamiento entre narcotraficantes, luego que algunos estaban enterrados en una fosa común en Cocula” (que se descubrió como un basurero en donde se enterró a gente y que funciona como fosas clandestinas), “pero todas estas versiones se han ido deshaciendo como los castillos de arena. Lo cierto es que los periodistas seguimos teniendo muchas preguntas y que quizá nunca sabremos”.
El asunto ha vuelto a acaparar la atención después de que el pasado sábado, 8 de agosto, fuese hallado muerto con un disparo en la cabeza el activista que lideró la búsqueda de los 43 estudiantes: Miguel Ángel Jiménez Blanco. Estaba a la cabeza del grupo de autodefensa del Estado de Guerrero, concretamente el grupo de la UPUEG (Unión de Pueblos Unidos del Estado de Guerrero), ubicado en una zona cercana a Acapulco.
Sin embargo, las movilizaciones ciudadanas no han vuelto a alcanzar los niveles de meses atrás, con la desaparición de los 43, o incluso los de años atrás, con el movimiento estudiantil de #yosoy132, “un movimiento que tuvo una gran repercusión con marchas multitudinarias en el 2012 y que se le llegó a llamar “la Primavera Mexicana” y al que Pedrola compara con el ’15 M’. Las manifestaciones respecto al último punto han ido decayendo y las últimas “han sido de muy, muy poca gente”.
En ese sentido, la periodista apunta que el motivo de revueltas no es el miedo, sino el hecho de que “cuesta mucho tener manifestaciones de millón y pico todos los meses” y que “la gente se cansa; cuesta mucho desplazarse”. Indica que las manifestaciones más representativas de los 43 ocurren todos los días veintiséis del mes pero “en las últimas había muy, muy poca gente”. Las califica de movimientos puntuales que solo se refuerzan en ocasiones, como con el asesinato del fotorreportero Rubén Espinosa Becerril y cuatro mujeres en la Ciudad de México el pasado uno de agosto. Este episodio es el caso más grave ocurrido en México D.F. desde 1984, cuando se producía el fallecimiento del columnista Manuel Buendía y preocupa más aún a los periodistas no locales que encuentran en este territorio una especie de “oasis de los periodistas” frente al peligro.
Estos acontecimientos se suman al asesinato del hijo del periodista Indalecio Benítez, que se ha trasladado con el resto de la familia a D.F, donde están refugiándose cinco periodistas más. De los cinco, dos son originarios de Veracruz, uno del Estado de México; otro de Guerrero y uno más de Baja California. Y es que, cuenta Sara Pedrola, no es casualidad que lo de Miguel Ángel Jiménez y lo de los 43 ocurriese en Guerrero, una de las zonas más corruptas donde “la gente se toma la justicia por su mano ante la incapacidad del gobierno” y surgen “grupos de autodefensas”.
Otros casos en estados diferentes han conmocionado al país, como el de los tres asesinatos a periodistas en una semana: Filadelfo Sánchez Sarmiento (2 de julio de 2015), Juan de Mendoza delgado (2 de julio) y Gerardo Nieto Álvarez (26 de junio). El hijo de Nieto Álvarez denunciaba: “la computadora portátil de mi padre no aparece, allí tenía toda la información que iba a publicar, pero la procuraduría de la justicia no ha dicho nada al respecto”.
Respecto a la esperanza de un cambio la periodista española señala: “el Gobierno de Peña Nieto está muy dañado. Intentó llevar a cabo una serie de reformas estructurales, que al final pocas las ha llevado a cabo, y que fue lo que le llevó internacionalmente a estar muy bien visto. Pero luego es verdad que lo que pasó en Iguala con los 43 le dio muy duro, lo hizo bastante mal. ¿Cambio de gobierno? Ojalá y hubiese una alternativa posible”.
La experta afirma que el actual presidente “no supo dar respuestas creíbles al caso de Iguala y un Gobierno que miente en casos tan importantes pierde toda credibilidad. Luego la fuga del Chapo Guzmán le cayó como una jarra de agua fría”. También indica que “Peña Nieto tiene problemas serios sobre la mesa y los periodistas muchas preguntas que queremos que nos responda con la verdad y con una investigación seria detrás que lo sustente”.
Como periodista afirma que le ha marcado especialmente el caso de los estudiantes: “el caso de los 43 estudiantes normalistas de Ayotzinapa yo creo que a toda persona, sea periodista o no. Vas a la escuela, conoces a los chicos y entonces entiendes menos aún; el dolor se convierte en una llaga abierta que ya no sabes cómo cerrar, ni siquiera si algún día la vas a poder curar”.
Al respecto, añade: “nos parte el alma porque fue un caso que sigue teniendo muchas dudas, de que el gobierno no te quiere responder y yo creo que para eso estamos los periodistas; para intentar abrir las puertas que el Gobierno mexicano no quiere ni que te acerques, y en este caso el Gobierno ha puesto especial interés en que no abramos ciertas puertas. Si el periodista no cumple con esa labor mejor nos dedicamos a otra cosa”.
También marca una diferencia entre periodistas extranjeros y locales. “Como periodistas extranjeros tenemos un riesgo porque vas al sitio y al final nadie te lo quita, pero el riesgo real y el trabajo excepcional que se está haciendo son los periodistas locales: cuando yo voy a un sitio a mí siempre me acompaña un periodista local o un fixer, como les llaman, y ese periodista local es el que se queda porque yo me voy a mi colonia pija del DF y escribo mi reportaje desde allí”.
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