Al comprar un ordenador, este siempre incluye una serie programas instalados de fábrica que, por norma, suelen tener poca utilidad y que finalmente terminan siendo borrados. Son los que llamamos Crapware. Una práctica muy habitual realizada por ciertas marcas y que el consumidor no entiende ya que cuenta con limitaciones que invitan a desecharlo: tienen fecha de caducidad, sólo pueden instalarse en un equipo, modifican el sistema operativo empeorando su funcionamiento, consumen demasiados recursos y son un quebradero de cabeza a la hora de desinstalarlos.
De Sony a Lenovo
Con todo esto, los expertos llevan tiempo reclamando la eliminación de este Crapware de los dispositivos. Una práctica de la que se recuerda un caso flagrante que llevo a cabo Sony. La discográfica incluyó un rootkit en cada uno de los discos que distribuía en formato CD. Así, y cada vez que un usuario introducía el elepé en su ordenador, se instalaba un software que impedía la copia de sus productos. La marca negó que fuese dañino, aunque en 2007 tuvo que recular, cuando se comprobó que era una puerta de acceso libre a los ciberdelincuentes. Hay otros muchos ejemplos, el más reciente, el de Lenovo, la cual instalaba programas predefinidos en la BIOS de algunos equipos a través del Lenovo Service Engine, una pieza de código de la placa base del ordenador, la cual al instalar un rootkit el cual, al ejecutarse instalaba el software de Lenovo en el computador antes de que el sistema operativo de Microsoft se reiniciase, sobreescribiento los archivos ya existentes. ¿Lo peor? No se podía desinstalar.
No somos tontos. Sabemos lo que queremos
Lo que más enfada a los usuarios de este Crapware es que las marcas se tomen la licencia de decidir por ellos. Creen que conocen al usuario y están muy equivocadas . Nadie conoce mejor que uno mismo sus necesidades y sus gustos. Y lo más importante: cada cual es dueño de lo que quiera instalarse en su ordenador. Quizás por eso la guerra está tan candente. El usuario ha dicho… ¡Basta!
No confundir con el Creepware
El Crapware es una mala acción, pero el Creepware es aún peor. Hablamos de una práctica que lleva invadiendo nuestra intimidad desde hace un par de años. El primer caso que llamó la atención fue el de Cassidy Wolf. Esta americana, que fue Miss Teen USA 2014, sufrió un atentado de lo que se ha denominado Creepware, justo un año antes de recibir este galardón. Este consistió en la ‘simple’ recepción de un email, que llevaba adjunto una serie de fotografías en las que salía completamente desnuda. Estas, habrían sido tomadas en su habitación y venían acompañadas de un mensaje muy claro: ‘o haces las cosas de esta lista o enviaré estas fotos, y otras peores a todos tus contactos y a Internet. Así, tu carrera de modelo se convertirá en una en el mundo del porno’.
¿Qué había ocurrido? ¿Cómo había llegado Cassidy a esta situación? Sencillo. , es decir, un extraño había hackeado la cámara de su ordenador y había estado observándola a lo largo de todo un año. Una práctica que, con el paso del tiempo, se fue generalizando ya que, aunque parezca mentira, obtener un software para llevarlo a cabo cuesta sólo 35€. Con todo, se estima que más de 800.000 personas han sido espiadas con el programa espía más famoso: el BlackShades. Con él se puede, sin apenas conocimientos informáticos, obtener acceso a la webcam de una computadora en la que se instale, a sus ficheros y, en general, a todo lo que se desee. Y no es único. Otras opciones válidas son DarkComet, Poison Ivy, jRAT y Pandora RAT.