En la Tierra a jueves, noviembre 21, 2024

El poder de observar sin emitir juicios de valor

Hoy vamos a hablar de algo que todos hacemos y es: Observar. De manera consciente o inconscientemente nos fijamos en los detalles, las personas, los gestos, los sucesos… Por ejemplo cuando estamos dando un paseo, o vamos en el bus o en el metro y nos cruzamos con algo o alguien que capta nuestro interés. Observar es mirar a ese algo o a ese alguien con mucha atención y detenimiento para adquirir algún conocimiento sobre su comportamiento o sus características.

Pero hay diferentes maneras de observar, las cuáles se pueden clasificar en dos categorías: La observación con juicio y la observación sin él. Así de sencillo. Está claro que cuando observamos algo entran en juego nuestra escala de valores y nuestra forma de ver la vida o mapa mental. Y eso no es negativo, al contrario, es un filtro que nos ayudará a tomar aquello que nos sirva o a desechar lo que no nos parezca relevante. Nos servirá de inspiración, quizás, de aprendizaje. Puede que si nos paramos a observar con dedicación encontremos respuestas a algunas de nuestras incógnitas, o a lo mejor salte la chispa que necesitábamos para emprender algo. También puede darse el caso de que sencillamente encontremos bienestar y placer en esa observación o que nos proporcione una vía de comunicación y conexión con la persona o el elemento observado.

Sea como sea, siempre hay algo que podemos aprender cuando observamos, algo que nos aportará, enriquecerá, abrirá nuestra mente y nos ayudará a comprender mejor a los demás y a nosotros mismos. Pero como os comentaba antes, hay otro tipo de observación que implica juicio y es cuando no solo observamos sino que hacemos nuestras propias sentencias y generalizaciones al respecto. Este tipo de observación no es tan enriquecedora. Más bien cierra puertas y nos limita al aprendizaje. Se puede observar y disentir, pero no es necesario juzgar. Porque nunca sabemos toda la historia de lo que vemos. Para ello es necesario ser humildes y sabios a la vez.

Me gusta el papel que juega una cámara de fotos, sea del tipo que sea, porque sencillamente captura instantes, sin juzgarlos, simplemente los interpreta gráficamente. Es verdad que podemos ponerle algún filtro para darle el estilo que deseemos a esa foto, pero siempre partiendo de una imagen real. Y es aquí dónde para mí, aparece la palabra clave: filtro. Si conseguimos filtrar aquello que vemos en vez de juzgarlo, lograremos imágenes preciosas, fotografías de la vida, de las personas y los paisajes que, sin duda, no sólo adornarán nuestro camino sino que lo darán valor, belleza y profundidad. Os animo a pasear por la vida observando sin juzgar y capturando esas imágenes con la mejor cámara del mundo que existe: los ojos del alma.

Seguiremos Informando…

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