En la Tierra a martes, noviembre 26, 2024

¿Eres de controlarlo todo o de tenerlo todo bajo control?

En el tipo de sociedad que hemos diseñado, parece que existe una necesidad de querer controlarlo todo o de tener todo bajo control, que aunque suena parecido, no son una misma cosa. Cuando queremos controlarlo todo, por regla general, se pone en marcha nuestro ego e incapacidad de delegar, al pensar que nadie lo puede hacer mejor que yo. También está el temor de que si no lo hago yo y lo controlo todo, no va a salir bien. Una persona controladora vive en constante estrés y estresa a los demás, pues siente la necesidad de que todo vaya según él o ella espera (o cree que debe de ir). No hay casi oportunidad para la relajación, la confianza, en definitiva: fluir. Es como un malabarista sujetando varios objetos a la vez, por lo que tiene que estar en constante movimiento sin parar, porque si no estos se caerían.

Por otro lado está lo que mencionaba al principio de querer tener todo bajo control. Como decía, creo que esto tiene matices diferentes. Se le puede parecer bastante, aunque hay diferencias en cuanto a intención y forma. Las personas que necesitan tener todo bajo control, quieren que todo esté perfectamente colocado, que todo funcione según se supone que es lo ideal. La diferencia con los otros es que este tipo de sentimiento nace no tanto del ego controlador sino del temor, la desconfianza y el catastrofismo. Son personas que igual han sufrido alguna situación dura con su consiguiente estrés postraumático, y al no haber podido gestionarlo desde la aceptación, se quedan resentidas o susceptibles a pensar que puede volver a suceder algo similar y es como si tuvieran que estar sujetando constante los pilares de la vida y el bienestar para sentirse seguros. Esto produce muchísimo estrés porque se vive desde el temor en vez de vivir desde el amor y la confianza.

Para cualquiera de estos dos casos, te propongo un ejercicio:

  1. Para y observarte a ti mism@ para detectar si es este alguno de tus casos y cual es en concreto. Consciencia.
  2. Acepta lo que hayas vivido y lo que te haga sentirte así. No te juzgues, simplemente acepta y toma responsabilidad.
  3. Da gracias por lo que has vivido, confía y cree que todo está bien en tu mundo, que todo va a ir bien.
  4. Sea lo que sea que hayas vivido, no te preguntes… ¿Por qué? En todo caso el, piensa en el para qué. Esto te llevará a cambiar el foco y ver el aprendizaje en esa situación concreta.
  5. Finalmente, si tienes una vajilla vieja, u objetos de cerámica que ya no quieras, te propongo un pequeño pero poderoso ritual. Coge estos objetos y déjalos caer. No los lances, no es un ejercicio para des-estresarse. El objetivo es ser conscientes de que no podemos controlarlo todo, y que aunque así fuera, no es sano, y que en ocasiones es preferible dejar que lo que tenga que caerse se caiga. Te aseguro que es muy liberador.

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